Gastronomía

Nube viajera: Nuestros favoritos en casa

Hay quienes prefieren guardarse y para ellos también hay Rosetta. 7, 8 y 9 de agosto a través de Casa Müi
viernes, 31 de julio de 2020 · 01:30

Lo he dicho en muchos foros y lo repito, Elena está cocinando mejor que nunca. Ella lo sabe y se nota. Es una propuesta que sale del interior, genuina, femenina y a ella le gusta mucho. Sí moles, sí México, pero no obstinado. Muy aromática, muy herbal, si fuera vino sería un blanco muy fresquito y sin madera, o quizá un blanco riojano. La cocina de Elena consiente. 
 
Hace no mucho caminaba por la plaza Río de Janeiro con mis hijas para tomar aire en el encierro. Les mostré que viví y fui muy feliz en una esquina con Orizaba, algunas patinaron y yo comencé a desear tener un piecito en la Casa de las Brujas. Nos dio hambre y antojo y terminamos comiendo -además de pan y un pescado con piña-, unos ravioles de ricotta y limón amarillo ahí, para llevar, sentadas en una banca mirando pasar gente. Ese plato de Elena es muy, muy simple y muy, muy rico. 
 
Rosetta ya está abierto y da tanto gusto. Con restricciones, pero a los que nos fascina el restaurante de Elena Reygadas no nos importa esperar, estar un poquito más separados los unos de los otros, con tal de gozar de esa cocina que apapacha. 
 


Pero en gustos se rompen géneros. Hay otros que prefieren quedarse en casa y para ellos también hay Rosetta. 7, 8 y 9 de agosto, saldrá a casa la magia de aquel restaurante cuya elegancia reside en la no pretensión, a través de un menú que se ha diseñado para la iniciativa de pop ups -que hoy son en casa- “Casa Müi”. Hongos, caracoles, hierbas, polentas, braseados -ravioles por supuesto-, todo llevado a casa con un video de instrucciones para armar los platos, calentarlos y disfrutarse. La caja es generosa. Copas, coctelito tequilero, mandil, playlist, plato de porcelana, dos botellas de vino y un menú de Rosetta que, repito, abraza el corazón.  

Se reserva en casamui.com, la experiencia vale mucho la pena y quiere eso, transportar temporalmente el restaurante a tu mesa de comedor, y ahí, con quien decidas disfrutar, dar gracias en cada bocado de ravioles porque, auguro, producirán muchísima felicidad.

Por Valentina Ortiz Monasterio

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