Opinión

Nube viajera: Ando inquieta

Este no fue un gran año de vino. No hablo de cosechas, hablo de mi consumo y de mi felicidad al hacerlo con quien le gusta hacerlo
viernes, 18 de diciembre de 2020 · 01:20

Los genios, esos hombres y mujeres de pensamiento profundo y nivel de intelectualidad superior lo han dicho desde antes de nuestra era. Limpia el alma profundamente, textualmente limpia nuestras inquietudes, lava el alma hasta el fondo y asegura la curación de la tristeza. Ese fue Séneca, hombre de pensamiento estoico y de absoluta verdad. Eso hace el vino, dijo.  

Este no fue un gran año de vino. No hablo de cosechas, amaneceres, temperaturas o nivel pluvial, hablo de mi consumo y de mi felicidad al hacerlo con quien le gusta hacerlo. Me faltó pues, la circunstancia nos obligó. Ni modo. Ya vendrán mejores años. 

Quería viajar a Mendoza, abrir Yquem en Yquem pensando en aquellas ilustraciones locales en acuarela en tonos rosados y también quería hacerme más sabedora de Querétaro y sus buenas tierras.  

Abrí muchos vinos sí, y me llenó de orgullo que las etiquetas que ideé con gente que comparte visión y que goza igual que yo, se consumieron, mucho, mucho. De la crisis y la oportunidad nacieron dos hermanos nuevos de la familia, un rosado y un espumoso rosado así de esos que seguro gustan mucho a mujeres lindas y bien intencionadas, y a colmilludas también, por qué no. Salud Balero, y no han visto nada.  

Me faltaron añadas viejas, me faltaron champagne casi sin burbujas y ciertamente ajerezados. No probé ni un sólo nuevo tinto mexicano que me haya seducido -porque me faltó beberlos-, y la vida me tiene a cuenta decenas de blanquitos frescos, míos, de esos que si te descuidas te arrebatan. Ya volverán.  

Volvamos a la filosofía. ¿Tengo limpia el alma?, sin duda. Días tristes siempre hay y seguirá habiendo -y por ende más oportunidades de beber más vino-, y por lo que se refiere a la limpieza de inquietudes, como lo dijo Séneca, por esa parte cojeo. Inquieta nací, quiero todo, doble y vasto y conforme comienza el término del año hago cuentas, qué hay en el haber de vino, qué me arroja la contabilidad y el profit and loss de copas y momentos con etiquetas inolvidables.  

Los resultados son pobres, pero la voluntad riquísima. No fue un gran año de vino, pero tengo en mi registro exactamente cuáles me hacen falta, dónde y por qué se me da la gana abrirlas, conocer de ellas y memorizar sus sabores.  

Vienen buenos años de vino, ellos, directamente proporcionales al tamaño de mi sonrisa. Vienen buenos años de vino. 

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