La cocina es uno de los espacios más utilizados en el hogar y, al mismo tiempo, uno de los que más fácilmente acumulan bacterias si no se mantiene una limpieza adecuada. Entre los objetos que más se usan están los trapos y manteles, ya sea para secar las manos, limpiar superficies o adornar la mesa. Aunque muchas veces se limpian “cuando se ven sucios”, esto puede ser un error que pone en riesgo la higiene del lugar.
A diferencia de otros textiles del hogar, los trapos de cocina están en constante contacto con restos de comida, humedad y superficies contaminadas, lo que favorece el desarrollo de microorganismos como E. coli o salmonela. Por eso, mantenerlos limpios no es solo una cuestión de apariencia, sino de salud. Los manteles, por su parte, también acumulan restos de alimentos y polvo, aunque su uso suele ser más ocasional.
Establecer una rutina de lavado frecuente para estos artículos es esencial para evitar contaminaciones cruzadas y malos olores. Además, usar materiales adecuados y técnicas correctas al lavarlos prolonga su vida útil y mantiene tu cocina más segura. ¿Quieres saber cada cuánto tiempo se deben lavar tanto los manteles como los trapos de cocina? Sigue leyendo.

¿Cada cuánto se deben lavar?
Los trapos de cocina deben lavarse a diario o cada dos días, especialmente si se utilizan para limpiar encimeras, secar platos o manos. Si se usan tras manipular carne cruda o alimentos perecederos, es ideal reemplazarlos inmediatamente. Lo mejor es tener varios en rotación para mantener siempre uno limpio a la mano.
En el caso de los manteles, la frecuencia depende del uso. Si se utilizan a diario para comer, deben lavarse al menos una vez por semana o después de cualquier derrame significativo.
Mantener los trapos y manteles de cocina limpios no solo es una práctica saludable, sino también una forma de proteger a tu familia desde el corazón del hogar. Para desinfectarlos correctamente, se recomienda lavarlos primero con agua y jabón, enjuagando y repitiendo el proceso al menos dos veces. Después, sumérgelos en agua caliente a unos 60?°C y déjalos reposar. Una vez que el agua se enfríe, retíralos y colócalos a secar completamente antes de volver a usarlos.