El romero es una de las aromáticas más agradecidas del huerto: resiste sequías, perfuma la cocina y atrae polinizadores. Sin embargo, para que crezca vigoroso y con follaje denso necesita un suelo aireado y con nutrientes equilibrados. En lugar de recurrir a fertilizantes sintéticos, puedes aprovechar restos de la cocina para elaborar un abono orgánico que impulse su desarrollo de forma sostenible.
La lechuga, las cáscaras de verduras como de zanahoria o papa y los huevos olvidados en el refrigerador son tesoros nutricionales. Al descomponerse, liberan nitrógeno, potasio, calcio y minerales traza que fortalecen raíces y estimulan brotes nuevos. Convertir estos residuos en fertilizante no solo ahorra dinero, también reduce la basura y enriquece la biodiversidad microbiana del sustrato.
Esta práctica conecta la cocina con el jardín y promueve una economía circular en casa. Con un puñado de ingredientes sencillos y un proceso de apenas dos semanas, obtendrás un concentrado líquido y otro sólido que podrás usar todo el año para mantener tu romero verde, aromático y listo para sazonar platos o preparar infusiones.

¿Cómo se hace el abono?
Ingredientes:
- Cáscaras de verduras como papa, zanahoria y chayote
- 5 cascarones de huevo
- Hojas de lechuga marchita
Preparación:
- Coloca en una olla un litro de agua y añade las cáscaras de verduras, las hojas de lechuga y los cascarones de huevo previamente triturados.
- Hierve todo durante 10 minutos, sin agregar ningún otro ingrediente.
- Una vez transcurrido el tiempo, retira del fuego y deja enfriar. Esta mezcla se puede usar directamente para regar tu planta de romero.