Intentar germinar una semilla de aguacate en casa es una práctica muy común, tanto por lo interesante del proceso como por la posibilidad de cultivar tu propio árbol frutal, aprovechando que es un fruto muy costoso y que tan solo conseguir un kilo de aguacate podría costar $60 pesos. Sin embargo, germinar una semilla no siempre resulta como esperamos. A veces, pasan semanas y la semilla no muestra señales de vida, lo que puede ser frustrante para quienes la cuidan con paciencia.
La germinación del aguacate requiere condiciones específicas y, aunque parece un proceso sencillo, hay errores comunes que pueden impedir que la semilla se desarrolle correctamente. Desde la forma en que se coloca hasta la temperatura del ambiente, varios factores influyen directamente en el éxito o el fracaso del proceso.
Si estás esperando que tu semilla brote y aún no lo ha hecho, no te preocupes: es posible que estés cometiendo alguno de los errores más frecuentes. Con algunos ajustes simples, podrías ver resultados más pronto de lo que crees. ¿Quieres saber cuáles son las razones por las que tu semilla de aguacate no germina? Entonces sigue leyendo.

La semilla está mal colocada
Uno de los errores más frecuentes es colocar la semilla al revés. La parte puntiaguda debe ir hacia arriba y la parte más ancha hacia abajo, ya que es por ahí donde brotan las raíces. Además, si estás usando el método del vaso con palillos, asegúrate de que solo la mitad inferior de la semilla esté sumergida en agua, sin cubrirla por completo.
Falta de humedad o temperatura adecuada
El aguacate necesita un ambiente cálido y húmedo para germinar. Si lo tienes en un lugar frío o seco, es probable que el proceso se detenga o no comience. Lo ideal es mantener la semilla a temperaturas entre 20 y 25?°C y cambiar el agua cada pocos días para evitar hongos o bacterias que la puedan dañar.
La semilla no está lo suficientemente fresca o está dañada
No todas las semillas germinan, especialmente si provienen de un aguacate muy maduro o si han sido manipuladas en exceso. Las semillas secas, con golpes o rajaduras, tienen menos probabilidades de brotar. Siempre elige una semilla fresca, lávala bien y manipúlala con cuidado antes de iniciar el proceso de germinación.