Con la llegada de la temporada de calor, las altas temperaturas no solo afectan nuestro estado de ánimo, también influyen directamente en la conservación de los alimentos. Aunque no siempre lo notamos, muchos productos que consumimos a diario son sensibles al clima y pueden echarse a perder más rápido de lo normal. A continuación, te contamos cómo evitarlo.
Dejar ciertos alimentos fuera del refrigerador por más de una hora puede provocar que cambien de olor, sabor o textura. Lo peor es que algunos ya podrían estar contaminados y ni nos damos cuenta. Eso puede derivar en molestias estomacales, infecciones o incluso intoxicaciones graves.
Para evitar sustos en la cocina, y en nuestra salud, es necesario saber cómo evitar que los alimentos se descompongan con el calor. Acá te contamos sobre 3 trucos de cocina para que, durante la temporada de calor, tus alimentos duren por más tiempo en tu cocina ¡Toma nota!

Cómo evitar que los alimentos se echen a perder durante la temporada de calor
Algunos productos como la carne, los lácteos y ciertos vegetales pueden durar mucho menos tiempo si no se almacenan de forma adecuada. En días calurosos, incluso unas horas fuera del refrigerador pueden hacer la diferencia entre una comida rica y una que te cause malestar. Por eso es tan importante tomar precauciones:
1. Acomoda bien tu refri y no lo satures
Uno de los errores más comunes es sobrecargar el refrigerador. Aunque parezca que guardar todo ahí es la mejor solución, lo cierto es que si no hay suficiente espacio para que circule el aire frío, los alimentos no se enfrían de manera pareja. Y eso puede hacer que se echen a perder más rápido.
Organiza tus alimentos por zonas: los lácteos y carnes crudas van en la parte más fría (generalmente la de abajo), mientras que frutas y verduras van en los cajones especiales. También es importante mantenerlo limpio y revisar que la temperatura esté entre 1 y 4 °C.
2. Usa recipientes herméticos y frascos de vidrio
Guardar los alimentos en recipientes bien tapados hace una gran diferencia. El aire y la humedad del ambiente son los principales enemigos de la frescura, así que mientras más sellado esté todo, mejor. Los frascos de vidrio o los tuppers de buena calidad ayudan a conservar el sabor y la textura por más tiempo.

Si preparas comida con anticipación o guardas sobras, procura dividirlas en porciones pequeñas. Así solo descongelas o recalientas lo necesario. También puedes usar bolsas tipo ziplock para ahorrar espacio y evitar malos olores en el refrigerador. Un plus: etiqueta tus recipientes con la fecha en que los guardaste.
3. Evita dejar comida afuera por mucho tiempo
Durante el calor, los microorganismos se multiplican más rápido, especialmente entre los 5 y 60 °C, lo que se conoce como la “zona de peligro”. Por eso es clave no dejar la comida a temperatura ambiente por más de dos horas, y si el día está muy caluroso, que no pase de una hora.
Esto aplica también para lo que llevas a la oficina o en un picnic. Usa hieleras o termos térmicos para mantener la comida fresca. Y si vas a comer fuera, procura que los alimentos se preparen al momento o que estén bien refrigerados. Recuerda que el mal olor, el cambio de color o una textura extraña son señales de que algo ya no está bien. Mejor prevenir que lamentar.