El vinagre blanco es uno de esos ingredientes que nunca debe faltar en nuestra cocina, no solo por su utilidad en los platillos, sino también por su poder como producto de limpieza natural. Gracias a su acidez elevada, tiene la capacidad de desinfectar, eliminar grasa, neutralizar malos olores y acabar con bacterias de forma efectiva.
Al utilizar el vinagre a la hora de la limpieza en el baño, puedes dejar este espacio muy limpio sin necesidad de químicos agresivos, sobre todo si tenemos en consideración que el baño es un lugar donde la humedad y el uso constante pueden provocar la aparición de sarros, manchas y malos olores. Todo esto puede desaparecer con el vinagre.
La aplicación del vinagre es sencilla, económica y segura, por lo que muchas personas lo incorporan como parte de su rutina de limpieza regular. No obstante, para que surta efecto de forma adecuada, debes utilizarlo correctamente. Aquí te dejamos tres usos que le puedes dar al vinagre en el baño y cómo aplicarlo correctamente para que este espacio de tu hogar quede deslumbrante.

Deja los espejos relucientes
Mezcla a partes iguales vinagre blanco y agua, y rocía sobre el espejo o los vidrios que quieras limpiar. Frota suavemente con una hoja de papel periódico o un paño de microfibra y tu espejo quedará listo. El vinagre te ayudará a eliminar huellas, residuos de pasta dental y hasta marcas de vapor sin dejar manchas, dejando así el vidrio perfectamente limpio y brillante.
Elimina malos olores
El vinagre blanco puede ayudarte a neutralizar esos malos olores que se van acumulando de forma natural en el baño. Simplemente caliéntalo y viértelo directamente en el inodoro o déjalo en alguna esquina del baño por unos minutos. Deja actuar y después jala de la palanca o tira el vinagre en el lavamanos. Así eliminaremos los malos olores sin enmascararlos, deshaciéndonos de las bacterias que los provocan y dejando nuestro ambiente mucho más fresco.
Elimina manchas y sarro acumulado
Gracias a su carácter ácido, el vinagre es excelente para remover esas manchas ligeras de sarro que se van acumulando en los grifos, en las regaderas y el azulejo. Puedes aplicarlo directamente con un poco de bicarbonato, que te ayudará a fregar la zona con un efecto abrasivo suave. Deja actuar la mezcla por unos minutos, frota con un cepillo y enjuaga. Verás cómo todas tus superficies recuperan su brillo original.