El bolillo es uno de los panes más tradicionales y consumidos en México. Ideal para tortas, molletes o acompañar un buen plato de comida, su sabor y textura crujiente por fuera y suave por dentro lo convierten en un básico de la cocina diaria. Pero, si no se conserva bien, puede volverse duro en cuestión de horas.
Esto sucede porque el pan sigue perdiendo humedad una vez que sale del horno. Al estar expuesto al aire, el bolillo se seca rápidamente, lo que lo vuelve difícil de masticar e incluso poco apetecible. Afortunadamente, existen formas sencillas de mantenerlo fresco.
Con algunos cuidados básicos y un poco de atención al almacenamiento, puedes alargar la vida útil del pan y disfrutarlo como si estuviera recién horneado. Por ello, aquí en GastroLab te compartimos los mejores consejos para que tu bolillo no se eche a perder antes de tiempo.

¿Cómo evitar que el bolillo dure más tiempo y siga fresco?
Uno de los métodos más eficaces es guardar el bolillo en una bolsa de tela o de papel, nunca de plástico, ya que esta última atrapa la humedad y puede provocar que el pan se ponga chicloso o incluso desarrolle hongos. Las bolsas de tela permiten que el pan respire, manteniéndolo seco por fuera pero sin resecarse por dentro.
Otra opción práctica es calentar el bolillo antes de comerlo, si ya han pasado varias horas desde que lo compraste. Puedes rociarlo ligeramente con agua y meterlo unos minutos al horno o a la freidora de aire para que recupere su textura crujiente. Evita el microondas, ya que solo lo reblandece temporalmente y después lo deja aún más duro.
Finalmente, si compraste varios bolillos y sabes que no los consumirás pronto, lo mejor es congelarlos envueltos en papel aluminio o en bolsas herméticas. Cuando quieras usarlos, solo tienes que sacarlos del congelador, dejarlos a temperatura ambiente y luego calentarlos. De esta manera, el pan conservará su sabor y textura sin desperdiciar ni uno.