Las esponjas para lavar trastes son uno de los objetos más utilizados en la cocina, pero también uno de los más contaminados y es que su uso constante en superficies húmedas las convierte en un foco de bacterias y hongos que pueden afectar la salud si no se desinfectan correctamente.
Aunque muchas personas las enjuagan o cambian con frecuencia, una forma eficaz de mantenerlas limpias es hervirlas en agua caliente, un método sencillo que ayuda a eliminar microorganismos acumulados por el uso diario. Esto podría ayudar a eliminar bacterias como E. coli o Salmonella, que pueden desarrollarse en ambientes húmedos.
Ahora que sabes por qué cada vez más personas recomiendan hervir las esponjas para lavar trastes, seguro te interesará conocer cómo hacerlo de forma efectiva y sencilla, además de tomar en cuenta algunos puntos importantes que recomiendan los expertos en temas de higiene doméstica.
Cómo hervir las esponjas de cocina
Hervir las esponjas ayuda a eliminar bacterias por medio de los posibles restos de comida que suelen quedarse atrapados en sus fibras, así que al hervirlas se deshace de la suciedad acumulada que muchas veces no es visible a simple vista. Para hacerlo, simplemente hay que:
- Colocar suficiente agua en una olla para cubrir completamente la esponja.
- Llevar a ebullición y, cuando empiece a hervir, agregar la esponja limpia (sin residuos visibles de comida).
- Dejarla hervir de 5 a 10 minutos.
- Retirarla con pinzas y dejar que se enfríe y seque por completo antes de volver a usarla.
Al realizar este proceso una vez por semana si usas la esponja diariamente, se tiene un esfuerzo más dentro de la cocina para evitar que este artefacto sea el causante de albergar microorganismos. Sin embargo, los expertos aconsejan reemplazarla cada 2 a 3 semanas, ya que con el tiempo pierde efectividad y puede ser un foco de infección.
Hervir las esponjas para lavar trastes es una forma práctica, económica y ecológica de mantener la higiene en la cocina, pues con unos minutos de calor, es posible eliminar bacterias y alargar su vida útil, evitando malos olores y posibles contaminaciones, siendo un hábito sencillo que puede marcar la diferencia en la limpieza del hogar.
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