¿Cuántas personas no han soñado con tener un pequeño huerto urbano en la mera ciudad? No por nada todas las personas tienen aunque sea una planta o un árbol frutal pequeño en su espacio. Ya sea desde lo más sencillo como una planta de sábila, hierbabuena o menta, hasta un árbol de limón. Sin duda alguna, los huertos urbanos son una forma de distracción que te permite producir alimentos ecológicos, cuidar el medioambiente y comer de forma sana.
Pero, ¿qué son los árboles frutales? De acuerdo a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural se define como árboles frutales, a todas aquellas plantas con flores que producen una fruta que se consume o que es utilizada por los seres humanos, algunos de los árboles frutales más conocidos son: Manzano, Naranjo, Limonero, Cerezo, Melocotonero, Ciruelo, Durazno, Chabacano, Tejocote, Nogal, entre otros. Estos se clasifican en función de los frutos que producen, y para poder reconocerlos es fundamental conocer primero las partes que forman una fruta. Echemos un vistazo a los tres tipos principales:
- Frutos con hueso: Árboles que producen frutos carnosos con una semilla dentro de un hueso duro, como el ciruelo, cerezo, mango, olivo y albaricoquero.
- Frutos con pepita: Árboles de frutos carnosos cuyas semillas están dentro de un endocarpio coriáceo, como el manzano, peral y níspero.
- Frutos secos: Árboles cuyos frutos están encerrados en una cáscara, como el avellano, nogal, castaño, roble, almendro y encina.
Por esta razón te dejamos 5 árboles frutales ideales para plantar en febrero.

¿Qué árboles frutales se pueden plantar en febrero?
Avellano
Puede crecer hasta 4-6 metros de altura y extenderse en diámetro, es ideal para jardines amplios, pero también se puede podar para mantenerlo compacto, es un árbol que prefiere sol directo o resolana, sin embargo, tolera sombra parcial, pero su producción será menor. Debe tener un riego moderado. Requiere humedad constante, pero sin encharcamiento. Al avellano le gustan los suelos ricos en materia orgánica, es ideal para el frío invernal ya que ya que resiste bien las heladas. Crece mejor en climas templados con estaciones marcadas. Se recomienda podarlo en invierno para darle forma y estimular la producción de avellanas.
Almendro
Crece entre 4-8 m, por lo que necesita algo de espacio. Requiere sol directo y poco riego, salvo en sus primeros años, en los cuales si requiere riegos regulares. Es un árbol frutal que puede soportar sequías. El almendro prefiere suelos arenosos, climas cálidos y secos, tolera heladas ligeras, pero el frío extremo daña sus flores. Se recomienda podar después de la cosecha para mantener su forma y estimular la producción. También necesita un tratamiento preventivo contra plagas como la monilia o la araña roja.
Peral
El peral es un árbol de clima templado que no tolera frío extremo ni calor excesivo. Llega a crecer entre 3-6 m de altura y requiere espacio. Prefiere sol directo o resolana y un riego moderado, especialmente en verano, además de un suelo profundo, bien drenado y rico en materia orgánica, con pH neutro o ligeramente ácido. El peral requiere inviernos fríos y primaveras templadas para una buena producción. Se recomienda podarlo anualmente para mejorar la fructificación y prevención de plagas como pulgones y carpocapsa, el gusano de la pera y la mayor amenaza para este árbol frutal.

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Granado
El granado es un árbol de clima cálido y seco, resistente a la sequía y tolerante a heladas ligeras. Llega a crecer entre 3-5 m de altura y no requiere mucho espacio, pudiendo cultivarse en maceta. Necesita sol directo y un riego bajo a moderado, con riegos ocasionales en verano para mejorar la producción. Se adapta a suelos arenosos y pobres, siempre que tengan buen drenaje. Es recomendable podarlo para mantener su estructura y eliminar ramas secas, además de vigilar plagas como la mosca de la fruta que pueden afectar sus frutos.
Manzano
El manzano es un árbol de clima templado que necesita inviernos fríos para florecer y fructificar bien. Puede alcanzar entre 4-8 m de altura y requiere espacio suficiente. Prefiere sol directo o resolana y un riego moderado, manteniendo el suelo húmedo sin encharcarlo. Suelo rico en materia orgánica, bien drenado y ligeramente ácido es ideal para su crecimiento. Se recomienda podarlo anualmente para mejorar la producción y prevenir plagas como el pulgón lanígero, además de enfermedades como la roya y el oídio.