Los anturios, conocidos por sus vibrantes flores rojas, rosas, blancas y amarillas, son plantas de interior que requieren cuidados especiales para mantener su belleza. Una parte importante de este cuidado es proporcionarles un fertilizante adecuado. Afortunadamente, puedes preparar uno eficaz en casa con ingredientes que probablemente ya tienes en tu cocina.
El anturio es una planta tropical que prospera en condiciones de humedad y luz indirecta. Sus flores llamativas son un reflejo de su buena salud, por lo que es necesario nutrirla correctamente. Si bien existen fertilizantes comerciales, prepararlos en casa no solo es económico, sino también amigable con el medio ambiente. Los ingredientes que necesitas están a tu alcance y pueden servir como fertilizante de otras plantas.
¿Qué fertilizante es bueno para el anturio?
El agua de arroz es una fuente de vitaminas y minerales que refuerzan el sistema inmunológico de la planta, además de promover un crecimiento saludable. Este líquido es ideal para anturios, ya que les proporciona nutrientes sin saturar el suelo.
¿Cómo preparar este fertilizante casero?
Ingredientes:
- 1 taza de arroz crudo
- 2 tazas de agua
Preparación:
- Coloca la taza de arroz en un recipiente grande y agrega las dos tazas de agua. Revuelve suavemente el arroz con tus manos o con una cuchara durante un par de minutos. Este proceso ayudará a liberar las vitaminas y minerales presentes en el arroz.
- Después de revolver, el agua se tornará ligeramente blanca o turbia. Este es el agua que se utilizará como fertilizante. Cuela el arroz para separar el agua en un recipiente limpio.
- Deja que el agua de arroz alcance la temperatura ambiente antes de usarla para regar tus anturios. Este fertilizante líquido se debe utilizar una vez cada dos semanas, directamente sobre el sustrato de la planta, evitando saturar el suelo.
Esta planta, aunque no es frágil, requiere un equilibrio entre humedad y sequedad. En un ambiente con una temperatura promedio de 20 grados Celsius, el riego semanal es ideal. Es importante regar con moderación, asegurándote de que las raíces permanezcan húmedas pero sin encharcarse. Un exceso de agua puede llevar al desarrollo de hongos y pudrición de las raíces, lo que podría dañar seriamente tu planta.