En México, el jamón es uno de los productos más consumidos por su practicidad, sabor y versatilidad. No obstante, su gran demanda ha abierto la puerta a un nuevo mercado de alimentos que, aunque se venden junto a los jamones tradicionales, en realidad no cumplen con las normas establecidas.
Por ello, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) realizó un reciente estudio de calidad en supermercados y tiendas de autoservicio que reveló que varios de estos productos se autodenominan como “embutidos cárnicos”, “cocidos” o “productos cárnicos cocidos”, aunque a simple vista parecen jamón y se comercializan en la misma sección.
De acuerdo con la Profeco, estos alimentos no están regulados por la Norma Oficial Mexicana NOM-158-SCFI-2003, que establece los requisitos que debe cumplir el jamón, tanto en su contenido de carne como en su etiquetado. Por este motivo, el consumo de "falsos jamones" podría implicar riesgos para la salud y generar confusión entre los consumidores.

Resultados del estudio de Profeco
El análisis contempló 40 productos: 21 jamones comerciales y económicos, 13 etiquetados con diferentes denominaciones y un producto de imitación vegana. De los “embutidos” analizados, ninguno demostró con claridad de dónde proviene su denominación, ni presentó información técnica que justificara su clasificación fuera del concepto de imitación.
Según la norma oficial, un jamón de pierna debe contener al menos 55% de carne de la pierna trasera del cerdo, mientras que uno de pavo debe elaborarse con la misma proporción de muslo de esa ave. Sin embargo, los productos fuera de norma pueden contener cualquier tipo de carne, mezclas de pastas cárnicas e ingredientes de origen desconocido, lo que reduce significativamente su valor nutrimental.
La Profeco advirtió que, además de su origen incierto, estos productos pueden tener un contenido más alto de soya, azúcares, féculas y sodio. Su consumo excesivo incrementa el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y otros problemas de salud relacionados con la ingesta elevada de sodio y aditivos.

Recomendaciones a los consumidores
Para evitar confusiones y garantizar que el producto adquirido sea realmente jamón, Profeco recomienda leer detenidamente el etiquetado. Es importante comprobar que la denominación indique “jamón” y que el porcentaje mínimo de carne de pierna trasera de cerdo o muslo de pavo sea de al menos 55%, tal como exige la normatividad vigente.
También sugiere no dejarse llevar por las imágenes atractivas de los empaques, ya que muchos de estos “embutidos” utilizan fotografías similares a las de los jamones auténticos, lo que induce a error al momento de elegir.
Finalmente, la dependencia recordó a la población que, aunque sea un alimento popular, el consumo de jamón y productos similares debe ser moderado por su alto contenido de sodio y nitritos, especialmente en personas con hipertensión o enfermedades cardiovasculares.