Los sándwiches son uno de los elementos más sencillos, versátiles y prácticos que existen. Pueden prepararse con ingredientes básicos en minutos o convertirse en auténticas obras maestras de la cocina. No obstante, hay algo curioso que muchas personas han llegado a notar: los sándwiches parecen saber mejor cuando alguien más los hace, y ahora un estudio científico sugiere que esto puede ser verdad.
Un equipo de investigadores de la Carnegie Mellon University ha encontrado una explicación científica detrás de este fenómeno. Gracias a distintos experimentos, demostraron que la respuesta de nuestro cerebro será diferente dependiendo de quién haya preparado los alimentos, pues hay distintas reacciones en este órgano cuando comemos algo que hemos preparado nosotros mismos, en comparación a cuando alguien más lo hace por nosotros.
Esta percepción diferente tiene que ver con la forma en la que nuestro cerebro se anticipa a los alimentos. Al preparar un platillo, lo olemos, lo observamos y pensamos constantemente en él y en su preparación, disminuyendo así el factor de novedad al momento de dar el primer bocado. Por el contrario, si es otra persona la que prepara los alimentos por nosotros, la experiencia será completamente nueva una vez que lleguemos a probarlo.

Los sándwiches saben mejor si los prepara alguien más
El fenómeno del que habla este estudio se conoce como la saciedad sensorial específica, lo que significa que al estar manipulando constantemente los ingredientes y participando en el proceso de preparación, nuestro apetito puede verse afectado y disminuir antes de probar nuestros alimentos. Es decir, nos vamos a "llenar" mentalmente antes de siquiera probar el primer bocado. ¿Alguna vez te ha pasado?
Cuando alguien más prepara un sándwich para nosotros, o cualquier otro alimento, nuestro cerebro no pasa por el proceso previo de acostumbrarse al platillo. Así que al probarlo por primera vez, los sabores se pueden percibir de manera más intensa y placentera. Es como si el primer bocado llegara hasta nosotros sin advertencia, haciendo una experiencia totalmente diferente a que si lo hubiéramos anticipado.
El hallazgo, publicado en la revista Psychological Science, sugiere que al imaginar de forma constante un alimento o el resultado de una receta, podemos reducir el deseo de consumirlo. Y aunque puede parecer contradictorio, la exposición mental constante a un platillo concreto puede llegar a eliminar parte del apetito hacia este. Por eso, aunque utilices los mismos ingredientes y sigas los mismos pasos, el sándwich que hace alguien más para ti siempre sabrá mejor.