En tiempos donde el individualismo y la rentabilidad inmediata parecen regir las reglas del mercado, la Sociedad Cooperativa Trabajadores de Pascual ofrece un ejemplo vivo de que es posible crecer sin renunciar a los valores. A 40 años de su renacimiento tras una histórica huelga obrera, esta emblemática empresa mexicana vuelve a apostar por el país, ahora con la expansión de sus operaciones hacia el dinámico municipio de Corregidora, Querétaro.
La colocación de la primera piedra de su nueva sucursal no es solo el inicio de una obra física; es también un acto de fe en el modelo cooperativista, en la fuerza del trabajo colectivo y en las comunidades que han sido parte de su historia. Pascual no es solo Boing, ni Lulú, ni Pato Pascual. Es una filosofía de trabajo que ha dignificado la vida de cientos de familias mexicanas, que ha mantenido sus raíces en el campo nacional y que ha llevado a millones de hogares productos con identidad.
Esta nueva etapa no llega por casualidad. Llega como resultado de una trayectoria marcada por la resiliencia, la innovación sin perder lo artesanal, y un modelo donde los trabajadores no solo producen, sino que también deciden, crean y construyen futuro. La expansión a Querétaro es también un mensaje poderoso: cuando se pone en el centro al ser humano, al trabajo digno y al bien común, el crecimiento no solo es posible, es sostenible.
Pascual no solo conmemora 40 años: consolida un legado que demuestra que otro tipo de empresa es posible. Y en un México ávido de esperanza, Pascual levanta la voz y una nueva sucursal como símbolo de que la dignidad, la unión y el compromiso aún tienen mucho que aportar. Que esta piedra inicial sea el cimiento de nuevas historias, donde el orgullo de lo “Hecho en México” no solo se lea en una etiqueta, sino se viva en cada empleo, en cada producto, en cada comunidad.