La manera en la que solemos decorar y ambientar nuestra cocina puede influir en el ambiente del hogar, pero estos detalles también pueden llegar a tener un efecto importante en nuestra relación con la comida. Para algunas personas, ciertos colores pueden estimular el apetito y aumentar la cantidad de alimentos que consumimos, por lo que, a largo plazo, la decoración podría contribuir al aumento de peso.
Desde la perspectiva de la psicología del color, esta teoría ha sido utilizada en la industria de los restaurantes y la publicidad para influir en las decisiones de las personas en cuanto a los productos que consumen. Por ejemplo, los tonos vibrantes como el rojo y el amarillo suelen estar presentes en cadenas de comida rápida, ya que generan una sensación de hambre y de urgencia. De la misma forma, algunos expertos en diseño desaconsejan ciertos colores en la cocina para evitar una estimulación excesiva del apetito.
Aunque la alimentación depende de muchos factores, como la calidad de los ingredientes, el tamaño de nuestras porciones o los hábitos diarios que seguimos, algunos colores en la cocina pueden llegar a afectar nuestro estado de ánimo y, por lo tanto, la percepción de los alimentos de manera subconsciente. Por eso, conocer cuáles son los tonos que podrían hacernos comer más de lo necesario puede resultar bastante interesante.

Colores con los que debes tener precaución en la cocina
- Rojo intenso: Asociado con la energía y el deseo de comer rápidamente.
- Amarillo brillante: Puede provocar sensación de ansiedad y hambre.
- Rosa neón: Estimula nuestro cerebro y aumenta la ingesta de alimentos.
- Turquesa: Atrae la vista, puede estimular la sed y potenciar el deseo de comer.
- Naranja: Color asociado con los cítricos, que puede incrementar el antojo de ciertos alimentos.
¿Por qué estos colores nos hacen comer más?
La relación entre estos colores y el apetito puede estar vinculada a la forma en la que nuestro cerebro procesa los estímulos visuales. Los colores cálidos y llamativos como estos tienden a activar las emociones y acelerar el metabolismo, lo que puede llevarnos a comer más rápido y en mayor cantidad, incluso sin darnos cuenta.
Además, la percepción de las porciones también puede verse afectada por el color y el tamaño de los platos. Por ejemplo, una vajilla grande o con alto contraste con la comida puede hacernos sentir que estamos sirviendo menos de lo necesario, provocando que aumentemos las porciones sin darnos cuenta, algo que solo notamos hasta que ya hemos terminado de comer.
El equilibrio es la clave
Es necesario aclarar que no existe evidencia científica contundente que demuestre que el color de la cocina tenga un impacto directo en el aumento de peso. No obstante, algunas personas encuentran útil evitar estos colores para controlar mejor su alimentación. Lo recomendable es crear un espacio que nos haga sentir cómodos y relajados; optar por tonos neutros y suaves puede ayudarnos a diseñar una cocina armoniosa, pero lo más importante siempre será mantener una alimentación equilibrada y hábitos saludables.