Una de las heladerías más populares en México sigue viva, conoce los detalles de su historia

Dicen que hacer feliz a una persona es sumamente sencillo y cuanto de cierto puede tener está frase en nuestras vidas. Basta con tan solo con ver nuestra película favorita, leer nuestros libro favorito, comer un poco de nuestro postre favorito, incluso ver a una persona o hablar con ella, para tener un día o un momento especial y de grata felicidad, porque no cuesta mucho realmente hacernos felices.Y es que, gran parte de eso también va de la mano con el hecho de crear historias y recuerdos únicos y eso, probablemente, es lo que más atesoramos.

Y si de recuerdos se trata, tenemos uno muy especial en la cabeza, que muchos de los tuvieron su infancia en los 80’s y 90’s, no nos dejaran solos, al pensar en los famosos Helados Bing. Hace un tiempo, te contamos un poco de su nacimiento y cómo se consolidó en nuestro país como una da las heladerías más importantes. Sin embargo, después de un tiempo su declive y su desaparición dejo a muchos con el corazón roto, porque simplemente se habían evaporado, pero; ¿que pasaría si te contamos que realmente su sabor sigue entre nosotros?.

Hace un par de días, el equipo de Gastrolab tuvo la oportunidad de platicar con Rodrigo González, hijo de Jose Luis González, el hombre que compró las heladerías a su dueño original, Adolf Horn. La historia de su venta se debe, principalmente, a que el señor Horn quería dedicarse a su esposa, a pesar de tener ciertos problemas en el camino, finalmente se cerró el trato y González quedaría como dueño único de las heladerías. Con el paso del tiempo, este gran imperio seguiría creciendo hasta consolidarse como una de las más destacadas en el país.

Con la nacionalización de la banca, entraría Unilever y llegaría a un trato con González, quien con el paso de los años también se haría dueño de otras importantes marcas de helados. Tiempo después de cerrar el acuerdo, existen muchas inconsistencias y finalmente, sin respetar nada del contrato con la familia de empleados, se rompe la alianza, dejando a muchos de ellos sin trabajo. González sumamente triste por la situación da un giro a la historia y tan solo 1 mes después crea Dolphy. 

El nombre que se le da a las heladerías, es en honor al apodo que recibía Horn por parte de su esposa. Aunque no fue nada sencillo hacerlas crecer, llego un momento en el que tenían 140 sucursales, lamentablemente, cuenta Rodrigo que tan solo 70 de ellas realmente funcionaban como debía. Nos contó también, que después de la muerte de su padre, en 2003, él tomó las riendas de las heladerías, tras llegar a un acuerdo. Finalmente toma la decisión de cerrarlas y quedarse con esas 70 funcionales, dándole un giro total a la cadena. 

De la mano de su socio y amigo, Claudio Triches, empiezan con el cambio y crecimiento de las heladerías, que poco a poco se han consolidado como una de las más queridas. Pasarían 14 años para volver a tener 140 sucursales en el país, pero ahora con la diferencia de que todas funcionan correctamente. Uno de los estados con mayor número de sucursales es Sinaloa, específicamente en Culiacán. Por supuesto, de la misma manera que su antecesor, las originales también resultan ser de Guadalajara, aunque esto muchos no lo sabían. 

Hoy en día, Rodrigo González asegura que tener las heladerías en su vida le hace sumamente feliz, puesto que más allá de vender helados, siente mucha felicidad de vender sonrisas a las personas que disfrutan de sus productos y que comparten momentos únicos en sus establecimientos. Por si esto no fuera suficiente motivo para visitar estás icónicas heladerías, tenemos que hacerte alusión a que conservan el sabor original de la clásicas heladerías de los 80's, por lo que no solo estarás formando nuevas historias, también tendrás un pedacito del pasado en tu boca. 

Por si aún no hemos desbloqueado del todo los recuerdos de tu pasado, Rodrigo confesó que tienen el famoso helado de Espuma de Ángel que tan popular se volvió en aquella época y, que ahora, no solo los grandes pueden volver a saborear, también los más pequeños, pueden conocerlo y enamorarse de él. Finalmente esta historia continua viva entre nosotros y ahora, no solo forma parte del pasado, es en presente y tendrá un futuro en nuestras vidas.