Día de Muertos

Este es el significado de las calaveritas de azúcar en la ofrenda del Día de Muertos

Así como la calaverita literaria, este elemento no se relaciona totalmente con la cultura prehispánica y sirve para recordarnos algo por lo que inevitablemente pasaremos todos
martes, 26 de octubre de 2021 · 08:58

Desde finales de octubre, los colores, olores y sabores comienzan a anunciar una de las festividades preferidas de los mexicanos: el Día de Muertos. Uno de los elementos que más gustan son las famosas calaveritas de dulce, que bien podemos encontrar en los mercados, papelerías, panaderías y prácticamente en cualquier sitio que podamos pensar pero, ¿nunca te has preguntado de dónde viene esta curiosa tradición?

Las calaveritas pueden ofrecerse en distintos tamaños y sabores. Las hay desde aquellas elaboradas con chocolate, azúcar o amaranto pero todas tienen en común la finalidad de adornar el famoso altar de Día de Muertos. Tal como las flores de cempasúchil y el pan de muerto, este elemento tiene un papel simbólico muy importante.

Todo sobre el origen y finalidad de las calaveritas de azúcar

Si alguna vez has visitado el Templo Mayor, seguramente recuerdas el icónico tzompantli, un muro que fungía como altar en el que los mesoamericanos aprovechaban los cráneos de sus enemigos para utilizarlo como altar. Aunque suena algo macabro, en realidad, esta práctica es un reflejo de algo que, a la fecha, nos sigue caracterizando a los mexicanos.

Burlarse de la muerte es algo que sigue vivo en tradiciones como las calaveritas literarias. Ambas son un recordatorio algo que todos debemos enfrentar eventualmente, por ello muchas calaveritas de azúcar incluso llevan el nombre de las personas vivas.

Eso sí, es importante destacar que aunque podría parecer que es una herencia prehispánica, en realidad, estas calaveritas de azúcar están más relacionadas con las prácticas religiosas europeas. Anteriormente, el tzompantli era una forma de honrar a los dioses con los cráneos de los vencidos en la guerra, una costumbre fue prohibida por los misioneros y que se remplazó con los dulces moldeados en forma de cráneos para conmemorar a los muertos. 

Su tamaño también está íntimamente ligado con la religión católica: Las calaveritas grandes hacen honor a Dios Padre Eterno, las medianas a la muerte, o mejor dicho, la mortalidad del ser humano; y las chicas son una representación de la Santísima Trinidad.

Orígenes profundamente católicos; no prehispánicos

Ahora bien, hablando de todos los símbolos que caracterizan a este día, tales como trazar un camino de flores de cempasúchil, colocar tamales, pulque y camote, adornar papel picado con calaveras, flores y otros motivos tradicionales; podemos decir que nos recuerdan remiten, indudablemente, a la cultura prehispánica. Sin embargo, estos elementos no son una invención de la cultura mexicana, así como tampoco las ofrendas que se colocan en la madrugada del día primero de noviembre.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), estos son propios la Europa medieval y son costumbres católicas y profundamente jesuitas y se alejan bastante de la tradición prehispánica.

Por un lado, las fiestas de Todos los Santos y de Fieles Difuntos son rituales que se inventaron en la Francia del siglo X por el Abad de Cluny, quien decidió rescatar la celebración en honor de los macabeos, familia de patriotas judíos reconocidos como mártires en el santoral católico, el día dos de noviembre y dispuso el día anterior para celebrar a los santos y mártires anónimos, aquellos que no poseen nombre ni apellido, ni celebración en el calendario ritual católico.

En ese día se colocaba en el templo de un inmenso altar en el que se exhibía el ara, es decir las reliquias de personajes santos que cada iglesia poseía en sus altares, bien fuera huesos, cráneos u otros restos, la tierra donde fueron enterrados o una parte de la ropa que portaban.

Ese es el origen del altar de muertos, mismo que se acostumbra en Argentina, en Chile, en Perú. E incluso en Sicilia, Italia, donde además de colocarse el altar de muertos, se tiene la creencia que los parientes visitan el hogar y traen juguetes para los niños, una tradición religiosa que proviene de una antigua tradición romana.