Chía, el superalimento de vital importancia en el México prehispánico

La chía es una semilla originaria de Mesoamérica que para las culturas prehispánicas constituía parte fundamental de la dieta diaria, pues se usaba casi tanto como el maíz en la gastronomía, pero también como ofrenda para los dioses y en remedios naturales gracias a sus propiedades medicinales, mismas que hoy son explicadas por sus grandes beneficios nutricionales, entre los que destaca la presencia de ácidos grasos Omega 3 y 6, y anitioxidantes.

Esta pequeña semilla era sembrada en la misma proporción que el maíz y el frijol por nuestros ancestros, aunque de acuerdo con investigador Emérito del Cinvestav y Premio Nacional de Ciencias, Octavio Paredes López, tras la Conquista, los españoles prohibieron su siembra y su consumo, lo cual perjudicó gravemente la nutrición de los indígenas, quienes mantenían una dieta balanceada con su consumo.

Así lo explicaba Hernando de Alvarado Tezozómoc, hijo de Diego Huanitzin, emperador de Ecatepec hacia 1520, quien explicaba que se mantenía una reserva como parte de su subsistencia, pues había "mucha suma de cargas de cacao, chile en fardos y algodón en fardos, otros fardos de pepitas; cargas de chian tzotzol y chian delgado, chianpitzahuac, semillas de huauhtli y tlapalhuauhtli... no hay suma ni cuenta de las trojes que tenía dedicadas para el sustento de su casa y palacio”.

La chía

La chía era tan importante para nuestros ancestros, que también se sabe que el emperador Moctezuma proveía con raciones de chía a sus súbditos cuando viajaban a Veracruz por pescados, lo cual no sólo incrementaba su energía, sino que protegía su salud y disminuía el consumo de agua. Su consistencia un poco babosa o aceitosa es la que de hecho le provee de su nombre, ya que chía proviene del náhuatl y significa aceitoso.

Este alimento desapareció casi por completo luego de que los españoles persiguieran a los indígenas que la producían y consumían, por considerarla una "semilla sacrílega", ya que era muy ocupada en los ritos religiosos prehispánicos. Desde entonces y hasta ahora, la chía no volvió a consumirse de la misma manera en que lo hacían nuestros ancestros, que entre varias preparaciones cocinaban tamales con chía o aguas frescas de chía.

A pesar de esto, hoy se sabe que se trata de un superalimento, pues casi el 60% de su composición es de Omega 3 y 19% de Omega 6, que ayudan a disminuir el colesterol y proteger la salud del corazón, además de que su consumo previene enfermedades como hipertensión y de naturaleza inflamatoria; sumado a su contenido de fibra dietética que disminuye la ansiedad por comer y contribuye a bajar de peso, entre muchos beneficios.

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