Aunque puede parecer una práctica del pasado, cocinar con leña aún es una realidad cotidiana para muchas familias en México. Sobre todo, esta forma de cocinar se mantiene vigente en comunidades rurales e indígenas, donde la leña es un recurso que se encuentra fácilmente disponible y forma parte de la cultura gastronómica en estos espacios. No obstante, detrás de la costumbre de utilizar leña para cocinar también existen grandes riesgos para la salud que pocas veces se visibilizan.
El uso de fogones abiertos, que es común en este tipo de cocinas, permite que el humo de la leña se disperse por todo el espacio, afectando directamente a quienes lo habitan. Esto, a diferencia de otros métodos, libera una gran cantidad de contaminantes que van a permanecer en el aire durante largos periodos de tiempo, representando un problema no solo ambiental, sino también de salud pública.
Además del factor económico que incentiva el uso de la combustión de leña, también hay un arraigo cultural muy importante, pues alimentos como tortillas, frijoles y otras preparaciones tradicionales suelen cocinarse con leña dentro de estas comunidades, lo que ha dificultado reemplazar esta práctica. Sin embargo, continuar con estas costumbres sin las debidas precauciones puede llegar a tener graves consecuencias a largo plazo.

Los peligros de cocinar con leña
Dentro del programa Hipócrates 2.0 de PUIREE-UNAM, en Radio UNAM, expertos en el tema han señalado que la exposición constante al humo de leña puede causar grandes daños, muy similares a los que provoca el tabaquismo. Las partículas que se inhalan durante la cocción pueden llegar a penetrar en los pulmones y provocar enfermedades respiratorias crónicas. Tanto mujeres como niños pequeños (quienes suelen pasar más tiempo en estas áreas) son los más afectados.
Los efectos negativos pueden ir desde irritaciones oculares, afecciones como bronquitis o asma potenciadas, hasta enfermedades más graves como el cáncer de pulmón. De hecho, organismos internacionales ya consideran al humo de la leña como un agente potencialmente cancerígeno. Además, hay que tener en cuenta que en muchos casos estos padecimientos se suelen detectar de forma tardía, lo que complica su tratamiento oportuno.
Por esta razón, los especialistas insisten en la necesidad de reducir la exposición a este tipo de humo. Algunas alternativas pueden ser el uso de estufas más eficientes, la ventilación adecuada de los espacios o incluso el impulso de programas gubernamentales que puedan promover tecnologías en zonas vulnerables, siendo este el gran obstáculo en este tipo de problemáticas. Cuidar la salud de quienes cocinan también es una forma de preservar sus tradiciones, pero de forma segura.