La vitamina B12, también conocida como cobalamina, es esencial para diversas funciones del cuerpo humano. Entre ellas destacan la formación de glóbulos rojos, el mantenimiento del sistema nervioso y la síntesis del ADN. Se encuentra de forma natural en productos de origen animal como carnes, huevos y lácteos, y también se ofrece como suplemento dietético o en alimentos fortificados.
En la mayoría de los casos, la vitamina B12 se considera segura incluso en dosis elevadas, ya que es hidrosoluble y el exceso se elimina por la orina. Por ello, su deficiencia es más preocupante que su consumo excesivo. Sin embargo, hay ciertos casos clínicos en los que su suplementación no solo es innecesaria, sino que puede generar efectos secundarios o interferencias con tratamientos médicos.
Entender quiénes no deben consumir vitamina B12 sin supervisión médica es crucial para evitar riesgos innecesarios, especialmente en personas con condiciones particulares de salud o que ya tienen niveles adecuados de esta vitamina en el organismo.

¿Quiénes deben evitar la vitamina B12?
La vitamina B12 es segura para la mayoría de las personas cuando se consume en las dosis recomendadas. No obstante, existen algunas excepciones importantes que deben considerarse:
- Alergias: Quienes tienen hipersensibilidad a la cobalamina (una forma de vitamina B12) o a alguno de los componentes de los suplementos deben evitar su consumo, ya que podría desencadenar reacciones alérgicas.
- Enfermedad de Leber: Esta rara afección hereditaria del nervio óptico puede empeorar con la ingesta de vitamina B12 en altas dosis, por lo que está contraindicada en estos casos.
- Cáncer: Algunos estudios sugieren que la vitamina B12 podría estimular el crecimiento de ciertos tipos de células cancerosas. Por ello, las personas con diagnóstico de cáncer deben consultar a su médico antes de iniciar cualquier suplementación.

Efectos secundarios por el consumo inadecuado
La vitamina B12 es generalmente segura cuando se consume en las dosis recomendadas. No obstante, el uso de dosis elevadas, especialmente por periodos prolongados, puede provocar algunos efectos secundarios:
- Diarrea: Las altas concentraciones de vitamina B12 pueden alterar el sistema digestivo, causando episodios de diarrea.
- Náuseas y vómitos: En algunas personas, el exceso de esta vitamina puede provocar molestias estomacales, incluyendo náuseas y vómitos.
- Reacciones alérgicas: Aunque poco comunes, pueden presentarse reacciones como picazón, urticaria, enrojecimiento o hinchazón, especialmente en personas sensibles a sus componentes.
- Interacciones con medicamentos: La vitamina B12 puede interferir con ciertos medicamentos, como algunos antibióticos o tratamientos para la epilepsia. Por eso, es fundamental informar al médico sobre todos los fármacos que se están tomando antes de iniciar la suplementación.
- Daño nervioso: En casos excepcionales, el consumo excesivo y prolongado de vitamina B12 podría afectar el sistema nervioso, causando entumecimiento u hormigueo.
En resumen, aunque la vitamina B12 es vital para el organismo y su deficiencia tiene consecuencias importantes, no todas las personas deben suplementarse sin orientación profesional. Una evaluación médica y análisis de sangre son la mejor manera de determinar si su consumo es necesario o no.