Comer pausadamente no es solo una recomendación para una mejor digestión o para controlar el peso; recientes declaraciones de expertos en longevidad sugieren que esta práctica podría ser una estrategia clave en la prevención de enfermedades asociadas al envejecimiento, impactando significativamente la salud a largo plazo.
La costumbre de tomarse el tiempo necesario para cada bocado, masticar muchas veces y hacer pausas entre ellos, van más allá de los beneficios digestivos y de control de peso que comúnmente se le atribuyen, adentrándose en el terreno de la prolongación de la vida. ¿Ya lo sabías?
Esta perspectiva es reforzada por expertos en el ámbito del estudio del envejecimiento, como David Sinclair, un reconocido genetista y especialista de la Universidad de Harvard, quien a sus 55 años y con décadas de investigación dedicadas a desentrañar los secretos de la longevidad, subraya la importancia de la velocidad a la que consumimos nuestros alimentos.

Comer despacio y llenarse solo al 60%: ¿la clave para vivir más?
Una de las recomendaciones que Sinclair repite es el de comer despacio y hasta estar 60% lleno, no más. En una entrevista, Sinclair explicó que este hábito puede activar genes relacionados con la reparación celular y la protección del ADN, lo que contribuye a una vida más larga y saludable.
Comer pausadamente facilita que el cerebro procese la sensación de saciedad, un mecanismo fisiológico que requiere aproximadamente un lapso de 20 minutos desde el inicio de la ingesta. Ingerir los alimentos con tranquilidad, masticando adecuadamente cada bocado y tomándose el tiempo necesario entre ellos, contribuye a que las hormonas responsables de la saciedad, como la leptina, se liberen y envíen las señales correspondientes al cerebro.
El resultado de comer conscientemente es que ingerimos menos alimentos de forma natural y esto contribuye a la prevención de diversos problemas de salud. Entre estos la obesidad, una condición que puede derivar en múltiples complicaciones metabólicas; la diabetes tipo 2, caracterizada por la resistencia a la insulina y niveles elevados de glucosa en sangre; y las enfermedades cardiovasculares, que afectan al corazón. Este enfoque en la alimentación promueve un bienestar general y una mejor calidad de vida a largo plazo.

Otros hábitos que Harvard recomienda para vivir más
Además de comer despacio, Sinclair comparte otros hábitos que podrían ayudarte a sumar años con mejor calidad de vida. Toma nota:
- Ayuno intermitente: dejar al cuerpo sin comida durante 12 a 16 horas permite que active genes ligados a la longevidad. ¡Ojo! No es saltarse comidas, sino dejar espacios entre ellas.
- Menos azúcar y harinas refinadas: estos ingredientes no solo afectan el peso, también aceleran el envejecimiento de nuestras células.
- Más vegetales y proteínas vegetales: las verduras están llenas de antioxidantes que ayudan a proteger el cuerpo del daño celular.
- Evitar cenar tarde: comer muy de noche afecta el metabolismo y también la calidad del sueño, lo que puede desequilibrar todo el sistema.