Con la llegada de marzo, las frutas de temporada comienzan a tomar protagonismo. En esta época del año, las opciones son amplias y frescas, ideales para los días de calor que se aproximan. Sin embargo, entre tantas alternativas, hay una fruta que suele pasar desapercibida a pesar de sus múltiples beneficios.
Tal vez la has visto en el mercado o escuchado de ella en algún momento, pero pocas personas la incluyen en su alimentación diaria. Se trata del mamey, una fruta que no solo tiene un sabor dulce y una textura cremosa, sino que también está cargada de antioxidantes y nutrientes esenciales para el cuerpo.
Aunque su consumo no es tan popular como el de otras frutas tropicales, el mamey es un tesoro nutricional que vale la pena redescubrir. Su aporte de vitaminas, minerales y antioxidantes lo convierte en una opción perfecta para mantener una alimentación balanceada y fortalecer el sistema inmunológico.

El mamey, una joya mexicana poco valorada
El mamey pertenece a la familia del zapote, por lo que también es conocido como zapote mamey o zapote colorado. Su cáscara es delgada y rugosa, mientras que su pulpa anaranjada destaca por su textura suave y un sabor dulce inconfundible. En su interior, guarda una semilla grande y oscura, llamada pixtle, la cual también tiene usos en la medicina tradicional.
Esta fruta se cultiva principalmente en regiones tropicales de México, como Yucatán, Veracruz, Tabasco, Quintana Roo, Guerrero, Michoacán y Chiapas. Su temporada comienza a mediados de marzo y se extiende hasta finales de julio, por lo que estos meses son ideales para disfrutarlo en su mejor punto de maduración. Durante esta época, el mamey se encuentra con mayor facilidad en mercados y tianguis, lo que representa una gran oportunidad para integrarlo en la alimentación diaria y aprovechar todas sus propiedades.
Beneficios del mamey
De acuerdo con información del Gobierno de México, el mamey es una excelente fuente de proteína, sodio, potasio e hidratos de carbono, los cuales ayudan a promover la producción de colágeno en el cuerpo. Además, aporta vitaminas A y C, calcio, hierro y fósforo, convirtiéndolo en un aliado para el bienestar general.
Su intenso color anaranjado es resultado de su alto contenido en carotenos, compuestos antioxidantes que protegen las células del daño oxidativo y fortalecen el sistema inmunológico. También contiene un 75% de agua, lo que lo hace una fruta refrescante y perfecta para mantener la hidratación en días calurosos.
Además, el consumo regular de mamey puede contribuir a una piel más saludable y radiante, gracias a sus propiedades antioxidantes que combaten los signos del envejecimiento prematuro. También favorece la digestión y aporta energía de forma natural, sin necesidad de azúcares añadidos. Ahora que lo sabes, ¿te atreves a probarlo?