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¿Cuál es más saludable: la sal tradicional o la sal del Himalaya?

Aunque muchos creen que la sal del Himalaya es más saludable, los expertos aseguran que sus diferencias con la sal común son mínimas y que ambas deben consumirse con moderación

¿Cuál es más saludable: la sal tradicional o la sal del Himalaya?
Descubre cuáles son las diferencias entre ambas sales Foto: Freepik / Especial / Imagen Ilustrativa

En los últimos años, la sal del Himalaya ha ganado popularidad por considerarse una alternativa más natural y saludable frente a la sal común. Su característico color rosado y su origen en antiguas minas de Pakistán la han convertido en un producto atractivo para quienes buscan opciones más “puras” o menos procesadas. Sin embargo, no todo lo que brilla es oro, y en el caso de la sal, las diferencias reales entre ambas son más pequeñas de lo que parecen.

La sal común o refinada es la que se utiliza con mayor frecuencia en la cocina diaria. Es un producto altamente procesado que pasa por un proceso de refinamiento en el que se eliminan impurezas y se añaden aditivos, como el yodo, para prevenir deficiencias nutricionales. En cambio, la sal del Himalaya se obtiene de manera más natural, sin tantos tratamientos industriales, lo que ha alimentado la creencia de que conserva minerales beneficiosos para el organismo.

Ante esto, muchos se preguntan si realmente la sal del Himalaya ofrece ventajas significativas sobre la tradicional o si su reputación es más un efecto de la mercadotecnia que de la ciencia. Para responderlo, es importante analizar su composición, su aporte nutricional y los efectos que ambas pueden tener en la salud.

Foto: Freepik

Diferencias entre la sal común y la sal del Himalaya

Aunque la sal del Himalaya contiene pequeñas cantidades de minerales como calcio, magnesio y potasio, estos están presentes en proporciones tan bajas que no aportan un beneficio nutricional significativo. De hecho, los especialistas en nutrición señalan que la diferencia en su composición respecto a la sal común es mínima, y su consumo excesivo sigue representando los mismos riesgos para la presión arterial y la salud cardiovascular.

Por otro lado, la sal común suele estar yodada, lo que la convierte en una fuente importante de este mineral esencial para el funcionamiento de la tiroides. La falta de yodo en la dieta puede causar problemas metabólicos, por lo que este agregado representa una ventaja sobre la sal del Himalaya, que carece de dicho enriquecimiento a menos que sea añadido de forma industrial.

En conclusión, ambas sales pueden formar parte de una alimentación equilibrada, siempre y cuando se consuman con moderación. La sal del Himalaya no es perjudicial, pero tampoco más saludable que la común. Más allá de su origen o color, lo importante es controlar la cantidad que se utiliza, ya que el exceso de sodio —sin importar su fuente— sigue siendo el principal enemigo de una buena salud.

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