4 Consejos para mantener una microbiota intestinal sana

El termino microbiota se refiere al grupo de microorganismos que colonizan nuestro cuerpo desde el nacimiento. Se trata principalmente de bacterias, pero también de virus, hongos y protozoos. Estos microorganismos están presentes en muchas partes de nuestro cuerpo, pero el sitio en el que esta microbiota es más abundante es el tracto digestivo, especialmente en el intestino. Una microbiota intestinal saludable sería aquella en la que existe un balance entre las distintos tipos de bacterias, que principalmente pertenecen a las cepas Firmicutes y Bacteroidetes. 

¿Qué papel desempeña la microbiota en nuestra salud?

La microbiota intestinal es clave en varios aspectos de la salud del ser humano, al favorecer el funcionamiento adecuado del sistema inmunitario y del metabolismo, entre otros. 

Una de sus tareas principales es permitir la fermentación de la fibra y otros componentes presentes en nuestros alimentos. Esta fermentación lleva a la producción de ácidos grasos de cadena corta (acetato, propionato y butirato). Estos ácidos grasos tienen diversas funciones, entre las que se encuentran la regulación de la glucosa, el colesterol y las grasas; así como el crecimiento y mantenimiento de más bacterias benéficas para nuestra salud. 

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¿Cómo mantenerla sana?

Estudios han demostrado que, si bien la composición de nuestra microbiota es determinada hasta cierto punto por nuestra genética, los factores ambientales, como nuestra dieta, el consumo de medicamentos o la composición corporal, constituyen mayor determinante. Esto quiere decir que podemos hacer mucho por nuestra microbiota. 

A continuación te doy cuatro consejos para que le «eches la mano» a tu microbiota: 

Consume prebióticos: 

Los prebióticos son componentes de ciertos alimentos que no son digeribles por el cuerpo humano pero que alimentan a la microbiota intestinal. Puede encontrarse en alimentos como los espárragos, el betabel, el ajo, la cebolla, el trigo, el plátano, los frijoles y las algas marinas, entre otros. 

Consume probióticos:

Por otra parte, los probióticos son microorganismos vivos que, al consumirse en la forma y cantidad adecuadas, pueden tener un efecto favorable en la salud. Estos son principalmente bifidobacterias y los lactobacilos, que pueden obtenerse a través de los alimentos, como el queso o el yogur. Existen cada vez más opciones de probióticos como suplementos, sin embargo, siempre es importante evaluar la cantidad y viabilidad de las bacterias contenidas en estos suplementos (si realmente son capaces de llegar al intestino y colonizarlo). 

Evita automedicarte: 

Se ha visto que el uso inadecuado de medicamentos, especialmente antiácidos y antibióticos, impacta de manera negativa a nuestra microbiota intestinal. 

Come natural: 

Como quizás te has podido imaginar después de leer la información anterior, nuestra microbiota prefiere los alimentos naturales o menos procesados, a los ultraprocesados. La investigación muestra que un alto consumo de alimentos ricos en grasas saturadas y azúcares altera el equilibrio microbiano en nuestro intestino, una combinación fácil de encontrar en la comida rápida o la ultraprocesada.

Así que, como en muchos otros casos en temas de nutrición, ¡mientras más verduras y frutas mejor! 

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