Los alimentos cárnicos son extremadamente populares en países como México. Esto provee, además de proteínas, vitaminas del complejo B, hierro, zinc y selenio. Entre este tipo de productos podemos encontrar las carnes frías que usualmente son una de las alternativas más usadas, especialmente por la vida útil prolongada que disfrutan gracias a los ingredientes con los que están hechas, ¿quieres saber cuáles son?

Más allá de que estos alimentos permiten evitar desperdicios, es importante también contemplar el área de la salud, así que hoy vamos a explicarte de qué está hecha la mortadela que, si bien no es tan consumida como el jamón o las salchichas, es uno de los más empleados para la elaboración de bocadillos y sándwiches.

Anatomía de la mortadela 

Como lo mencionábamos, este producto tiene múltiples usos. Puede consumirse en frío, frito o cortado en partes muy finas, acompañado de otros embutidos. Su nombre lo debe a que anteriormente la carne se molía en un mortero, aunque existen otras teorías que señalan su origen en  la palabra mortada, que significa pálido, algo que hace referencia al color rosa pálido de la carne.

De acuerdo a la legislación mexicana, para ser denominado mortadela este producto alimenticio debe ser obtenido de la mezcla de carne de res, carne y grasa de cerdo, salada. Se sabe que también debe ser sometida a proceso de curado, molida, embutida, cocida y ahumada, debiendo tener no menos de 14% de proteína y un máximo de 25% de grasa, y no más de 60% de agua.

En palabras simples, esto quiere decir que la mortadela es carne, y en algunos casos vísceras o piel, que se pican en pequeños trozos para después molerse y amasarse. Posteriormente se le adiciona sal, especias, condimentos y aditivos como ascorbato de sodio, fosfato de sodio y nitrito de sodio. 

Según lo indica la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), muchas de las marcas encargadas de elaborar este producto cárnico, así como de los establecimientos encargados de distribuirlas, han reunido esfuerzos para que la mortadela sea de la mejor calidad posible, no obstante, la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sigue siendo clara: La ingesta recomendada de sodio para los adultos no debe sobrepasar los 2,400 miligramos diarios, mientras que para niños de entre 7 y 10 años debe ser menor a los 1,600 miligramos; por lo que es mejor consumir la mortadela de manera esporádica. 

Algunas recomendaciones para un consumo saludable

Más allá de la frecuencia con la que consumimos alimentos embutidos como la mortadela, también es bueno seguir una serie de medidas que nos permitan disfrutar alimentos de la mejor calidad. Una de las más importantes son las que brinda la misma Profeco a través de sus publicaciones impresas: 

1. Adquirir este tipo de productos sólo en establecimientos donde los conserven en refrigeración.

2. En caso de comprar a granel, verificar que el producto haya estado en refrigeración, que esté dentro de la fecha de caducidad, que no esté pegajoso y que no presente coloraciones verdosas. 

3. Analizar los precios entre marcas, pues aquellos que declaran almidón, fécula o soya deben ser más baratos. No olvides que entre más almidón contiene el producto, más carbohidratos se consumen.