Saludable

Detecta las señales y cuándo es saludable poner a dieta a un niño

¿Qué niños debe ser sometidos a dieta? Analizamos cómo detectar las luces rojas que aconsejan corregir su alimentación
jueves, 6 de agosto de 2020 · 20:35

Los hábitos se adquieren de forma más fácil en edades tempranas en en edades adultas. Para evitar que los niños adquieran malos hábitos, algunas personas por miedo toman la decisión de poner a dieta a los niños con el fin de que no aprendan malos hábitos que puedan repercutir a largo plazo en su salud o bien, porque adviertan señales de alarma, como por ejemplo, el exceso de peso.

En este escenario, observamos que el término dieta adquiere dos significados muy diferentes: el primero supone un control diario de ingestas planificadas, el segundo el control de alimentos que se consuman de forma frecuente en el día a día

¿Qué niños necesitan ayuda de un nutricionista?

Para empezar, es importante diferenciar entre los que gozan de un estado de salud plena, pero cuya dieta (conjunto de alimentos que toman diariamente) es deficiente y no se ajusta al patrón saludable, de los que han sido diagnosticados con alguna patología médica, como el exceso de peso.

Buena salud, pero dieta deficiente

En el primer caso, es aconsejable no subestimar que, aunque el niño no presente ninguna señal, no es necesario preocuparnos por mejorar su alimentación. Lo ideal en este caso sería enseñar al pequeño la importancia de comer sano y equilibrado, fomentando el consumo de diferentes grupos de alimentos, así como aceptar y reconocer las diferentes texturas, olores y sabores que puede ofrecernos cada uno, fundamental para la correcta adquisición de hábitos.

No obstante, en este camino podemos encontrarnos varios inconvenientes:

Puede resultar complejo explicarle los beneficios que supone para su vida el consumo de vegetales, productos integrales y la reducción de grasas y azúcares.

Son los niños, precisamente, los que más expuestos están a un constante aprendizaje en torno a la alimentación, y por eso pueden manifestar un rechazo ante la imposición de tomar alimentos que los adultos consideran sanos o recomendados. De este modo, puede calificar como negativa la incorporación de ese plato a su rutina alimentaria, dado que no entienden a su corta edad el beneficio que puede producir en su salud.

Para muchas familias, también, podría suponer todo un reto reconocer qué productos son más adecuados o de qué manera preparar las verduras para hacerlas atractivas a los niños, por ejemplo.

En cualquier caso, tenemos que confiar en nuestra capacidad creativa y la de nuestros hijos para experimentar nuevas combinaciones de alimentos que puedan resultar agradables para los más exigentes degustadores: los niños, así como apoyarnos en los profesionales cualificados que nos ayuden a elaborar un plan de educación alimentaria específico y adaptado a las necesidades y gustos alimentarios de cada uno.

Exceso de peso

En el caso de que nuestro niño ya presente un exceso de peso o que sospechemos de ello, debemos acudir al pediatra o al nutricionista, que será la persona que confirme este hecho mediante las tablas de percentil de peso para cada edad y sexo. En este caso, hablaríamos de la necesidad de un tratamiento dietético para el pequeño.

En esta situación un Dietista-Nutricionista es el encargado de mejorar esta situación. El primer paso de este tratamiento personalizado se basa en realizar una evaluación de la situación general, tanto del niño como de la familia, para conocer el punto de partida desde el que se va a empezar a poner atención y elaborar un plan de trabajo en el que el fin último sea la salud del menor.

Al principio, puede ser útil establecer una dieta pautada, que debería ser acordada según los gustos del niño, así como las necesidades de la familia, quien será la encargada de hacer que ésta se lleve a cabo. Junto con esta dieta, se debe trabajar el concepto de la educación alimentaria, es decir, enseñar a comer de forma sana, fomentando los hábitos saludables en el hogar. En función de la edad el menor, se le puede ir involucrando en este aprendizaje.

Centrándonos en los aspectos puramente nutricionales, y a modo general, podemos decir que hay cuatro pilares que siempre debemos de tener en cuenta en los tratamientos dietéticos en niños:

  1. Es conveniente que todas nuestras comidas tengan una base vegetal de verduras u hortalizas. La variedad existente de vegetales y la diversidad propia de cada especie nos ofrece una gama de minerales, vitaminas y otros compuestos bioactivos que enriquecerán nuestras comidas.
  2. Una pequeña parte de elementos proteicos: carnes, pescados, huevos, lácteos, legumbres y frutos secos.
  3. Una guarnición de alimentos procedentes de granos integrales o féculas: pasta, arroz, pan, derivados cereales o patata.
  4. Fruta. La fomentaremos en postres y meriendas, tanto en su versión cruda como en platos más elaborados.

En definitiva, si sospechamos que nuestro hijo tiene un problema alimentario, el primer paso es acudir al pediatra o al nutricionista infantil, y a partir de ahí ponernos en manos cualificadas, teniendo en cuenta que cualquier tratamiento dietético debe de estar personalizado a las necesidades del niño y a la situación familiar en el hogar.