Así puedes hacer tu propia salsa casera para pizza; deliciosa y fácil

Todos amamos la pizza, un platillo de la gastronomía italiana, cuyo origen se remonta a los años 500 antes de Cristo, cuando los soldados persas en la época de Darío I El Grande comían un pan plano con queso fundido y dátiles, mientras que en la Antigua Roma se comía ese mismo pan plano con aceite de oliva y hierbas, un preparado etrusco conocido como focaccia que aún existe y que se consume en varias culturas alrededor del mundo.

Por supuesto, la parte principal de la pizza es la masa, que te enseñamos antes cómo prepararla en casa, y que está hecha con base en harina de trigo, agua, levadura, sal y aceite de oliva, aunque las recetas pueden variar; sin embargo, otro de los sabores fundamentales para una buena pizza es la salsa de jitomate que realza el sabor y que cambió por completo la preparación de esta comida, considerada actualmente comida rápida.

Lo interesante es que esta salsa está hecha con base en el jitomate, un alimento de origen mexicano y de América Central que por supuesto no era conocido en Europa hasta el siglo XVI, tras la conquista española; sin embargo, este fruto fue rechazado por casi doscientos años porque su fuerte color rojo les inspiraba desconfianza e incluso pensaban que era una planta venenosa; no obstante, para el siglo XVIII se consumía de forma regular y se adaptó en la cocina para muchas recetas, entre ellas para la focaccia.

A finales del siglo XVII fue cuando comenzó a utilizarse el jitomate para hacer un preparado con la focaccia en Nápoles y así surgió la pizza, donde también se agregó el queso, ganando una gran popularidad ya que además era un platillo muy accesible para los habitantes más humildes de la ciudad. Si te animas a preparar una pizza casera, prueba esta receta y descubrirás cómo potencia los sabores de este excelente platillo.

Salsa casera para pizza

Ingredientes:

400 gramos de jitomate molido

1 cebolla

2 dientes de ajo

2 cucharadas de vinagre balsámico

1/2 cucharadita de azúcar

1 hoja de laurel

Albahaca y orégano en polvo

Sal y pimienta

Aceite de oliva

Pica finamente la cebolla y los ajos en cubitos, luego coloca un sartén con un chorrito de aceite de oliva a fuego medio, añade la cebolla y el ajo y sofríe hasta que estén doraditos, remueve por un minuto y agrega la hoja de laurel, sigue removiendo y cuando esté doradito añade el jitomate molido, el vinagre balsámico, el azúcar, una pizca de albahaca y otra de orégano en polvo, una pizca de sal y pimienta, remueve, baja el fuego y tapa.

Remueve de vez en cuando y prueba después de 5 minutos para corregir el sazón, puedes agregar un poco de sal o pimienta, una vez que esté bien sazonada y haya cambiado de color apaga y retira del fuego. Si quieres puedes reservar una cuarta parte de la salsa y licuar lo restante para darle textura a tu salsa, aunque si prefieres que sea más bien tersa y homogénea licúa toda la salsa y estará lista para usarse.