Los huevos benedictinos son un desayuno delicioso que suele consumirse regularmente en Europa y Estados Unidos, ya que es una preparación algo más elaborada que los huevos poche o escalfados, pero intensifican su sabor por la presencia de otros elementos como alguna carne fría y la salsa holandesa.
Aunque hay varias versiones sobre su origen, una apunta a que la historia de este platillo se remonta al siglo XVIII, cuando el Papa Benedicto 13 pedía para su desayuno unos huevos en una base de pan con jamón y salsa holandesa, receta que se popularizó entre las altas esferas europeas, siendo el menú de ocasiones especiales para reyes y dignatarios.
No obstante, hay otra versión sobre su origen que apunta a que un agente de la bolsa retirado en EU llamado Lemuel Benedict pidió unos huevos escalfados sobre pan tostado, con tocino y salsa holandesa en el famoso hotel Waldorf Astoria, de Nueva York. Sin importar su origen, la preparación de este platillo se extendió al mundo y en cada región variaron algunos de sus ingredientes; por ejemplo, en Inglaterra empezaron a utilizar muffins en lugar de hogazas de pan, mientras que en Nueva York empleaban lomo canadiense en lugar del jamón.
Los ingredientes de esta delicioso platillo ayudan al organismo a llenarse de energía, además de que aportan proteína, vitaminas y minerales y carbohidratos excelentes para la mañana, ya que el cuerpo los consume a lo largo del día. Su preparación es un poco elaborada, por lo que si lo intentas por primera vez y no te salen con una presentación de ensueño, ten paciencia y síguelo intentando, porque sin importar la vista, amarás el sabor de este típico desayuno.
Huevos benedictinos
Ingredientes:
Huevos
Pan o muffins
Lomo candiense o jamón serrano
Perejil
Una cucharada de vinagre
Sal
Para la salsa holandesa:
100 gramos de mantequilla
2 yemas de huevo
Medio limón
Sal
Puedes comenzar a preparar la salsa holandesa para servirla en cuanto esté listo el pan con el huevo. En una cazuela pequeña, coloca la mantequilla en trozos y deja que se derrita, en cuanto se haga líquida baja la temperatura y no la menees, deja unos segundos y retira del fuego. Quita con cuidado la espuma blanca y reserva el líquido. Mientras se derrite la mantequilla, en un recipiente hondo coloca las yemas de huevo y bate por unos minutos.
Sin dejar de batir toma con una cuchara un poco de mantequilla derretida y viértela despacio en las yemas, repite hasta terminar de agregar la mantequilla, pero no permitas que la parte de la mantequilla blanca caiga en la mezcla, vacía con cuidado y deshecha lo blanco, hasta que termines con el líquido amarillo. Sin dejar de batir agrega una pizca de sal y el jugo de medio limón, y bate hasta que consigas la consistencia espesa de una mayonesa, cuando llegues a ese punto tu salsa holandesa estará lista.
Pon una cazuela mediana a fuego medio con suficiente agua, agrega el vinagre y una pizca de sal, cuando el agua comience a hervir vierte tu huevo en un recipiente para que sea fácil echarlo a la cazuela, entonces agita el agua en movimiento circular para generar un remolino y deja caer con cuidado tu huevo al centro del remolino, deja que se cueza por cuatro minutos; pasado este tiempo, ayúdate de un cucharón perforado para sacarlo y coloca tu huevo en un papel absorbente.
Por otra parte, corta el pan que hayas elegido a la mitad y tuéstalo un poco por ambas caras en un sartén caliente, sin grasa. Coloca las piezas de tu pan en el plato y en ese sartén agrega el jamón de tu elección, deja que suelte su propia grasa y se dore por unos segundos, dales la vuelta para que sea por ambos lados. Cuando el jamón esté listo, colócalo sobre el pan y después agrega encima el huevo escalfado y báñalo con la salsa holandesa, para complementar, puedes agregar unas hojas de espinacas frescas.