Pues hoy te voy a presentar un receta, que es muy fácil y rica, pues va a ocupar poco espacio. Es una adaptación de un libro que en su día me gustó mucho y que forma parte de mi biblioteca gastronómica. Cocina práctica, que no renuncia a la exquisitez pero que ante todo, no tiene por intención dificultar la vida de nadie.
Necesitamos un pollo cortado a cuartos, el cual lo vamos a sazonar con sal y pimienta.
Lo vamos a dejar reposar unos minutos, por eso de que el tiempo cura cualquier herida y hace más sabrosos los alimentos si se usa inteligentemente.
Ahora vamos a derretir en una olla a fuego lento dos cucharadas de mantequilla y una cucharadita de aceite de oliva, para que no se nos queme la grasa.
Ponemos a dorar las piezas de pollo, y cuando éste tenga el color que necesitamos agregamos cebolla y zanahorias picadas en trozos pequeños.
Añadimos igualmente una lata de leche descremada, tapamos la olla y dejamos cocer a fuego lento durante hora y media.
Colocamos el pollo en una fuente y lo servimos con una salsa aparte hecha con el jugo de las cebollas y de las zanahorias pasadas por el chino.