Postres de Semana Santa

Bartolillos: una joya pastelera conventual de Madrid para el mundo

El origen de los bartolillos se remonta, según algunos historiadores, al siglo XVIII o incluso antes. Se cree que su nombre proviene de un pastelero madrileño apodado Bartolo

Bartolillos: una joya pastelera conventual de Madrid para el mundo
Receta de postres españoles para Semana Santa Foto: ShutterStock

Es una masa fina, crujiente, ligeramente hojaldrada, que envuelve una crema pastelera suave, aromatizada con vainilla o cáscara de limón. Se fríen hasta dorarse y, al enfriarse, se espolvorean con azúcar.
El contraste entre la cubierta crujiente y el relleno cremoso es lo que convierte a los bartolillos en un bocado inolvidable. Son un dulce habitual de la Semana Santa en Madrid, donde se elaboran especialmente en conventos y obradores tradicionales. Su origen es humilde y profundamente ligado a la cultura popular.

Un poco de historia

El origen de los bartolillos se remonta, según algunos historiadores, al siglo XVIII o incluso antes. Se cree que su nombre proviene de un pastelero madrileño apodado Bartolo, quien popularizó la receta en las calles y tabernas de la capital.
Con el paso del tiempo, como ha ocurrido con muchos otros dulces, fueron las monjas quienes perfeccionaron la fórmula y le dieron el lugar que hoy ocupa en la repostería conventual.
Se menciona su consumo en textos del siglo XIX como parte del repertorio de dulces madrileños, muchas veces servidos en fondas, cafés y hogares en épocas de celebración. Escritores costumbristas como Mesonero Romanos los citaban como ejemplo de la repostería castiza. En recetas antiguas, aparecen junto a otros dulces típicos de Cuaresma como las torrijas o los buñuelos.

Variantes y curiosidades

Aunque la versión más conocida es la rellena de crema pastelera, existen variantes menos comunes pero igualmente tradicionales. En algunas zonas se rellenan con cabello de ángel (una mermelada espesa de calabaza), especialmente cuando se busca una textura más ligera y un dulzor distinto.
También hay versiones que añaden un toque de canela o licor a la crema para acentuar el sabor.
Aunque hoy se consideran un dulce de temporada, antiguamente era común encontrarlos durante todo el año, especialmente en las romerías y fiestas de barrio. Su fácil transporte y bajo costo los hacían ideales para vender en puestos callejeros.

En algunos conventos, las monjas utilizan recetas manuscritas que han pasado de generación en generación. No es raro encontrar pequeñas diferencias entre una comunidad y otra, lo que convierte a cada bartolillo en una pieza única.

Una de las claves está en la masa: debe ser trabajada con paciencia para que quede lo suficientemente fina como para crujir, pero lo bastante resistente como para no romperse durante la fritura. En eso reside gran parte del secreto.

Receta tradicional de bartolillos

Ingredientes para la crema pastelera

  • 500 ml de leche
  • Cáscara de limón o vaina de vainilla
  • 4 yemas de huevo
  • 100 g de azúcar
  • 40 g de fécula de maiz

Ingredientes para la masa

  • 250 gr de harina de trigo
  • 50 gr de manteca o mantequilla
  • 1 huevo
  • 50 ml de vino blanco o anís seco
  • 1 pizca de sal
  • Aceite para freír

Preparación de la crema pastelera

1. Calentar la leche con la cáscara de limón o la vaina de vainilla.
2. En un tazón, mezclar las yemas con el azúcar y la fécula de maiz.
3. Verter la leche caliente poco a poco sobre la mezcla, sin dejar de batir.

Llevar al fuego nuevamente y remover hasta espesar. Dejar enfriar.

Preparación de la masa

1. Mezclar todos los ingredientes hasta obtener una masa suave. Estirar con un rodillo obtener una lámina fina.
2. Cortar círculos de masa, colocar una cucharada de crema pastelera en el centro, doblar en forma de empanada y sellar los bordes presionando con un tenedor.

3. Freir en abundante aceite caliente hasta que estén dorados. Escurrir sobre papel absorbente.
4. Espolvorear con azúcar.

Dónde probar bartolillos auténticos

Convento de las Descalzas Reales (Madrid): Las monjas de este convento los elaboran con una receta que cuidan con celo. La venta ayuda a sostener su vida monástica.
Pastelería El Riojano (Madrid): Fundada en 1855 por un antiguo pastelero de la Casa Real. Aquí, los bartolillos mantienen un aire de otra época.
La Mallorquina (Puerta del Sol): Uno de los lugares más emblemáticos para disfrutar de repostería tradicional en pleno centro de Madrid.
También es común encontrarlos en mercados artesanales de Semana Santa, ferias gastronómicas y panaderías que aún respetan la elaboración manual.

Un dulce con alma

El bartolillo es más que un postre: es un fragmento de historia, de cocina viva transmitida de mano en mano, de convento en convento. Su apariencia modesta esconde una elaboración cuidadosa, donde cada detalle cuenta. Es un dulce que invita a bajar el ritmo, a saborear con calma y a recordar que, a veces, lo más sencillo puede ser lo más especial.

Temas