Las gelatinas son de los postres más populares que tenemos y, también, de los más versátiles. Mucho se ha comentado, incluso, que pueden ser del tipo de preparación que no tiene gran "ciencia" para prepararlas. Sin embargo, un paso tan simple como la cuajada, puede hacer que este sencillo postre no nos quede y todo termine por arruinarse. Pese a ello, te vamos a contar un truco que seguramente te ayudará a salvarla sin pensar en el fracaso.
Hace un par de días nació precisamente la idea de preparar una deliciosa y sencilla gelatina. En esta ocasión estamos hablando de una versión sencilla y de una sola capa. Quizá se le agregó un poco de fruta, pues por lo regular esto suele darle un toque magnífico a la presentación.
El problema de ello no llegó sino hasta que la llevamos al refrigerador y después de dos horas, nos dimos que cuenta que está seguía mucho más líquida que un arrollo. Pensamos que era por el tiempo y por ello optamos por dejarla una hora y media más, esperando que se compusiera y nada.
Al percatarnos que no estaba funcionando, lo primero que llegó a nuestros pensamientos fue un "no funcionó y tendremos que tirarla". Por supuesto, dejando entre ver que esto nos entristecía demasiado, pues como era posible que una gelatina tan simple como ella simplemente no cuajará. Ante esto, nos detuvimos a pensar por un rato y finalmente se nos ocurrió algo realmente interesante un truco que pondríamos a prueba.

Truco para que la gelatina cuaje
Es importante destacar que este truco nunca lo había visto o escuchado, por lo que no estaba del todo segura si funcionaría. Pero al momento ya no estaba para pensar si a alguien, anteriormente, ya se le había ocurrido o si solo sería parte de mi imaginación, pero rendirme no es una palabra que está en mi vocabulario. Finalmente me arriesgue, como en muchas otras cosas, y aquí te va mi secreto o truco, para que la gelatina cuaje cuando parece que todo está perdido.
Ante mi estrés pensé qué podía ayudarme y por supuesto, más líquido ya no era la opción. Vaciar un poco de la gelatina del molde tampoco era opción, pues toda resultaba completamente líquida. Por un momento, pensé en llevarla a fuego lento, pero no creí que fuera la mejor solución; además ya estaba muy estresada para esperar un proceso tan lento.
Ante ello, recordé que me quedaban sobres de grenetina en la despensa, por lo que se me ocurrió hidratar uno completo. Lo peor que podría salir de eso era tener más líquido y si la iba a tirar, mínimo que no digan que me rendí tan fácil con ello, después de todo no soy esa clase de personas y cuando algo ya no cuaja cuaja, simplemente lo dejo, pero no sin intentarlo mucho. Por lo tanto, puse a hidratar un sobre completo de grenetina, en un poco de agua.
Ojo, cuando te digo que fue el sobre completo no miento: el sobre completo. Posteriormente, lo que hice fue llevarlo al molde de mi gelatina líquida y removerle perfectamente. Deje reposar un par de minutos a temperatura ambiente, deseando realmente que eso hiciera posible el milagro. Pasados unos 20 minutos, más o menos, comencé a ver que la gelatina empezaba a perder líquido y sí, ¡estaba cuajando!.
Después de esto la llevé de nuevo al refrigerador y después de 2 horas ¡et voila!, había conseguido que mi gelatina no solo cuajará, también que el sabor permaneciera. Así como lo lees, esto NO arruinó tampoco su sabor, pues la grenetina era natural. Y así de fácil logré que mi gelatina cuajará, porque mi vida podrá no cuajar como espero, pero los postres siempre, o más bien las gelatinas que haga, siempre lo harán.