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Cocinar por adelantado, la práctica que te ahorrará tiempo en la cocina

El batch cooking es un concepto moderno que rescata una lógica ancestral: cocinar de manera anticipada para tener una semana organizada

Cocinar por adelantado, la práctica que te ahorrará tiempo en la cocina
Cocinar por adelantados Foto: Especial

El verano no perdona. El calor se instala en las cocinas, los días se alargan sin darnos cuenta, y entre el tráfico, el trabajo, las compras y la vida misma, la pregunta de qué vamos a comer hoy comienza a sentirse como una carga más. Pero no siempre fue así. Hubo un tiempo —no tan lejano— en que nuestras abuelas cocinaban de forma distinta. Hacían una olla grande de frijoles que duraba varios días, un guiso de carne que se transformaba en torta, en taco, en plato fuerte. Sabían que cocinar no debía ser una tarea diaria, sino un acto de previsión y una pequeña dosis de estrategia.

De ahí, aunque con otro nombre, nace lo que hoy muchos conocen como batch cooking: una práctica moderna que rescata una lógica ancestral. Se trata de cocinar por adelantado, no para congelar raciones idénticas durante meses, sino para tener listas las bases de las comidas semanales. Cocinar una vez —un domingo por la tarde, por ejemplo— y con eso tener media semana resuelta. En Europa ha cobrado fuerza en los últimos años, impulsado por quienes buscan comer mejor, gastar menos y reducir el desperdicio. Pero en México, con nuestra tradición de olla, guiso y recalentado, no nos es ajeno.

El batch cooking no significa comer lo mismo toda la semana, ni llenarse de envases plásticos con arroz y pechuga seca. Más bien, es pensar con estrategia: preparar ingredientes que se puedan combinar de distintas formas según el antojo y el tiempo disponible. Cocer frijoles y lentejas al mismo tiempo, tener arroz ya hecho, asar verduras de estación, tener a la mano una salsa tatemada o un aderezo fresco, deshebrar pollo o setas y guardarlos con su jugo para que no se resequen. Con eso, en menos de diez minutos puedes armar un taco, una ensalada, una tostada o un bowl fresco sin encender la estufa.

Y en verano, este sistema brilla con luz propia. No sólo porque cocinar cada día con 30 grados se vuelve una tortura, sino porque los alimentos de temporada invitan a la sencillez. El jitomate está en su punto, los mangos rebosan dulzura, la sandía refresca más que el aire acondicionado y los elotes saben a infancia. No hace falta complicarse: basta tener la materia prima lista, fresca, y dejar que el paladar haga lo suyo. Un día puedes combinar lentejas con pepino, jitomate y limón; otro, hacer tacos de tinga de setas con guacamole; al siguiente, servir arroz integral con calabacitas y queso fresco.

Múltiples ventajas

Las ventajas no son sólo prácticas. El batch cooking cambia la relación con la comida. Al tener preparado lo esencial, se come con más calma, se improvisa con más libertad, se compra menos en automático y se aprovecha mejor lo que hay en casa. Incluso comer fuera se vuelve una elección y no una urgencia.

Pero para que funcione, no hace falta planearlo todo al milímetro. Lo importante es entender el principio: dedicar unas horas a la semana a cocinar con cabeza, no sólo con hambre. Y en México, donde la comida es identidad, memoria y afecto, este método se siente más como una evolución que como una novedad.

Imagina que un día de la semana a tu elección por la tarde, decides invertir un par de horas para dejar medio resuelta tu semana: mientras cueces frijoles bayos con epazote en una olla grande, en otra cocinas arroz integral con un poco de ajo; en el horno, unas bandejas con calabacitas, zanahorias y cebolla se asan lentamente con aceite de oliva; al mismo tiempo, pones a cocer pechugas de pollo que luego deshebras y guardas con un chorrito del caldo para que no se resequen; preparas una salsa verde cocida y un pico de gallo que te durará al menos tres días.

Con eso en el refrigerador, cada día sólo tendrás que combinar: tacos, ensaladas, bowls, sopas frías. Para que el batch cooking funcione necesitas lo básico: una buena tabla de cortar, cuchillos afilados, una o dos ollas grandes, charolas para hornear, frascos de vidrio o tuppers herméticos (mejor si son de cristal), y espacio suficiente en tu refri para organizar todo sin perder de vista lo que tienes.

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