Tesoro de Mesoamérica, el mamey (Pouteria sapota) embellece el paisaje de México, Cuba, República Dominicana y algunas partes de Florida con su árbol de gran tamaño, denso follaje y hojas verdes.
Sin embargo, lo que hace de esta planta realmente valiosa es su fruto, que puede pesar entre 400 gramos y hasta casi dos kilos. Por fuera es ovalado, como un balón de futbol americano, rugoso y de color marrón. Por dentro, la historia es otra: al cortarlo, nos encontramos con una pulpa naranja rojiza, su olor no invade la nariz, más bien es tenue y ligero, con toques sutiles a vainilla. Su textura mantequillosa evoca inevitablemente al aguacate y su sabor dulce es muy similar a una calabaza azucarada. Pero, ¿qué hay detrás de esta fruta?
Producción en México
La temporada de maduración del mamey en México comienza en abril y mayo, cuando los frutos alcanzan su punto óptimo para la cosecha, especialmente en el sureste del país. México es un importante productor de esta fruta tropical, superando las 17 mil toneladas anuales, impulsada por una creciente demanda a nivel nacional. El estado de Yucatán es el principal productor de mamey en el país, aquí se generan 11 mil 84 toneladas al año.
En términos de rendimiento, una hectárea con 200 árboles de mamey puede producir entre 20 y 25 toneladas anuales, lo que convierte a este cultivo en una opción rentable. Es el centro de México (Estado de México, Puebla y Ciudad de México) donde más se consume, sobre todo, en licuados, helados y postres.
El centro también se come
La semilla del mamey, conocida como pixtle, del náhuatl pitztli, que significa “hueso” o “semilla”, también recibe los nombres de zapoyol o zapuyul. A lo largo de generaciones, ha sido un elemento fundamental en la gastronomía y la medicina tradicional de diversas regiones de México.
En estados como Oaxaca, Guerrero, Veracruz, Tabasco, Quintana Roo y Yucatán, los antepasados la han utilizado en la preparación de bebidas tradicionales, como el agua fresca, el atole, el pozol, y la bebida representativa de esta semilla, el tejate. En mercados y puestos del sureste, particularmente Oaxaca, la bebida usa pixtle, masa de maíz, cacao y corojo, fruta de la palma; una combinación refrescante, chocolatosa y con regusto a mamey y a coco. Además, su sabor y propiedades la convierten en el ingrediente ideal para enriquecer salsas y licores artesanales.
Más allá de su uso en la cocina, el pixtle ha encontrado aplicaciones en la industria moderna. Su alto contenido en aceites naturales y compuestos bioactivos lo hacen valioso en la elaboración de remedios medicinales y productos cosméticos, como aceites y cremas para el cuidado de la piel y el cabello.
Se exporta por primera vez
En marzo de 2023, México logró un hito histórico al exportar mamey por primera vez a Europa, resultado del esfuerzo conjunto entre empresarios, productores y autoridades gubernamentales, encabezadas por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural Federal.
La empresa yucateca Huertas Magaña, ubicada en el municipio de Akil, fue la encargada de este primer envío, que consistió en 576 kilogramos de mamey con destino a París, Francia. Este lote inicial sirvió como prueba para afinar aspectos clave como logística, aranceles y reglamentación. Un año después, en 2024, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural avanzó en negociaciones con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) para permitir la exportación de diversas frutas mexicanas, incluyendo mango, chicozapote, ciruela mexicana, guanábana, y mamey.
El mamey no sólo es un fruto de gran importancia agrícola en el sureste de México, también un símbolo profundamente arraigado en su cultura y tradiciones.
Desde los mercados locales hasta la expansión hacia nuevos mercados internacionales, el mamey mantiene su lugar como una fruta esencial en la identidad mexicana. Su presencia en platos típicos y bebidas tradicionales garantiza que seguirá siendo un ingrediente clave en la cocina y en la vida cotidiana de México.
