El Carnaval, esa celebración desenfrenada que antecede a la fiesta católica de la Cuaresma, es un ritual lleno de excesos y placeres terrenales. Uno de ellos es la comida, que en este contexto a menudo toma el nombre de banquete. En México, donde la alimentación tiene suma importancia, la relación entre comida y Carnaval es indistinguible. Estos son los mejores carnavales de México y los platillos que se pueden encontrar entre música, bailes, desfiles y alegría.
Mazatlán (27 febrero a 4 de marzo)
La edición 127 de este Carnaval llega al malecón con bombo y platillo… y trompeta, tambora y güiro, en manos de bandas sinaloenses a cuyo ritmo los asistentes bailan toda la noche. En febrero el mar sigue frío, y la ecuación que resulta de la suma de la brisa del Pacífico, más una cerveza en la mano, a la potencia de la vibra carnavalesca, da igual a exclamar: “¡Qué a gusto!”.
El tema de este año es “La Perla”, es decir, tesoros submarinos que más que admirarse, se saborean. Desde temprano comienzan a ofrecerse platillos con pescados y mariscos. Sobresale el aguachile, pues Sinaloa presume ser cuna de esta afortunada combinación de camarón (u otra proteína), pepino, cebolla y limón administrado a cataratas. Ya de noche, se recomienda probar un orgullo mazatleco: los hot dogs preparados con infinidad de aliños. Y de ahí, a seguirla…
Campeche (20 febrero a 4 de marzo)
Ante la inexplicable decisión de Veracruz de mover su festividad a junio, el de Campeche se ha convertido en el Carnaval más importante de la región. La celebración comienza con la Quema del Mal Humor, así que es prácticamente imposible pasar un mal rato. Aquí los eventos más importantes suelen esperar a que se ponga el sol, para engañar al calor. Entonces el malecón se salpica de las delicias que ofrece el estado. Un platillo callejero muy popular entre campechanos son las trancas, pequeños panes franceses parecidos al bolillo, rellenos de proteínas. Como son relativamente pequeñas, el visitante puede probar más de uno. Las trancas favoritas: las de cochinita, lechón tostado, relleno negro o pavo.
Tlaxcala (28 febrero a 4 de marzo)
Los carnavales lejos del mar tienen su propia aura: Las fiestas son más religiosas y las máscaras abundan, pues el pudor es mayor. Sin embargo, la diversión no se detiene. En Tlaxcala el color adorna no sólo las calles y la plaza principal, sino también las vestimentas que portan participantes y turistas. En medio de bailes y risas, las viandas y los tragos hacen su aparición. Para beber, el pulque, natural o en curado. La llamada bebida de los dioses lubrica con su textura tersa y sabor acre, los convites y el paso celebrado de la reina del Carnaval. Y para comer, el maíz. Tamales y tacos son la estrella del evento, y no es para menos, pues aquí nació la tortilla. Mención especial merece el mixiote de carnero, untado generosamente con adobo de guajillo, comino y otras especias.
Cozumel (26 febrero a 5 de marzo)
Con una historia de más de 140 años, compite en antigüedad con el de Campeche. Gran parte de su majestuosidad la otorgan los propios cozumeleños, pues ellos se involucran profundamente en la celebración, desde el armado de carros alegóricos, la preparación de las fiestas y la participación en los desfiles. En las calles principales del pueblo de San Miguel se ponen a disposición de visitantes y gente local las delicias de la Isla de las Golondrinas, de indiscutible influencia maya. Sin embargo, ya es tradición un evento que comienza algunos días antes del Carnaval: el festival del ceviche. Restaurantes, entusiastas y cooperativas pesqueras comparten sus mejores platillos elaborados con los ingredientes que apenas horas antes revoloteaban en el mar. Desde los clásicos cocteles hasta propuestas gourmet e internacionales, este festival es prólogo perfecto para la mayor celebración de la isla.
Tepoztlán (1 a 4 de marzo)
Al pie del cerro del Tepozteco, esta celebración la dirigen los pasos rítmicos de los chinelos o tlahuicas. Durante los días de celebración, se duerme muy poco, por lo que es prudente y necesario abastecer el cuerpo de proteínas y carbohidratos suficientes. Y nada mejor para esto que un taco de cecina de Yecapixtla. Los filetes salados de res se acompañan de nopales y salsa martajada, llena de chile y sabor. También hay disponibles tacos acorazados: a dos tortillas bastante grandes se le unta una cucharada de arroz y un guisado a elegir. Nuestra recomendación: pipián verde, donde la pepita de calabaza brilla, y el mole rojo, de chiles mulato, ancho y guajillo. Para bajar el picor de la comida, una nieve de garrafa, hecha de hielo, mucha fuerza para girar el recipiente de madera, e ingredientes de temporada. Algunos preferidos son cajeta, maracuyá, elote e higo con mezcal.