CERÁMICA MEXICANA

Del barro prehispánico a obras de arte: así surgieron los colores y acabados en las vajillas

Cuando las técnicas ancestrales se mezclaron con saberes y técnicas del Viejo Mundo, surgió una nueva estética en las piezas de barro que fusiona ambos orígenes
viernes, 20 de septiembre de 2024 · 03:33

La mesa mexicana y su despliegue es un espacio de infinita creatividad. La rica tradición de la cerámica, los textiles y la cestería se remonta a la época prehispánica, la cual fue enriquecida con la llegada de los pobladores del Viejo Mundo, logrando objetos de una belleza única que fusionan esos orígenes, volviéndolos propios.

Las ollas formaban parte del ajuar de la cocina mucho antes de la Conquista; en ellas se guisaba y también se comía. Por su parte, los tamales eran servidos en chalchihuites, cestas tejidas que contenían la envoltura de hojas de elote. Los molcajetes de piedra tallada se usaban para servir las salsas y las canastas contenían, tortillas envueltas en un paño de algodón, tal como lo seguimos haciendo quinientos o seiscientos años después.

El barro está en el origen, tan ligado a nuestra cultura, a las ofrendas y a la comida.

Las vajillas prehispánicas privilegiaban el bruñido en tonos rojos y negros, mientras que los españoles eran portadores de una tradición alfarera que se remontaba a fenicios, romanos y árabes y conocían esmaltes de muchos colores que obtenían gracias a los óxidos de hierro, plomo y cobre.

Esta afortunada conjunción dio origen, por ejemplo, a la cerámica de talavera en honor de los alfareros provenientes de Talavera de la Reina, en España, quienes introdujeron esa técnica en Puebla. Fue gracias al comercio que tuvo esa ciudad desde la segunda mitad del siglo XVII, que se logró su rápida y extensa difusión.

La cerámica de barro negro es tradicional del estado de Oaxaca. Aunque en su origen, en Monte Albán, era de un tono grisáceo mate, los alfareros del siglo XX han logrado un color negro brillante que se obtiene por las técnicas de pulido y bruñido con cuarzo. Michoacán destaca también por su alfarería de gran calidad, fruto de la integración entre formas antiguas con las que trajeron frailes como don Vasco de Quiroga a la región de Pátzcuaro.

Se creó así la mesa autóctona con sus cazuelas, ollas y jarras, decoradas y vidriadas de acuerdo con un gusto nuevo. El mismo mestizaje ocurrió con los platillos que combinaban ingredientes de ambas culturas. El barro estuvo presente en las dos identidades y lo sigue estando hasta ahora con el florecimiento de técnicas artesanales que seguimos admirando por su riqueza.

 

Despliegue de técnicas

Puebla

Esmaltes de colores traídos de España dieron origen a la Talavera Poblana

Fotografía: Pixabay

Oaxaca

Piezas de barro negro liso y brillante gracias a técnicas de pulido y bruñido

Fotografía: Pixabay

Michoacán

Arte en pastillaje y acabado vidriado obtenido de cocción a altas temperaturas

Fotografía: Pixabay

¿Sabías qué?

Cada cincuenta y dos años, cuando se cumplía el ciclo o “siglo” de la rueda calendárica entre los nahuas y entre los mayas, todos los objetos de barro eran destruidos y se hacían de nuevo.