Somsaa es un proyecto donde convergen los sabores de Asia, el té y la efervescencia de los vinos espumosos. Su nombre proviene de una fruta ácida y profundamente aromática, que se utiliza en la cocina tailandesa: el punto de partida de tres conceptos culinarios creados por una familia de emprendedores.
Hace dos años, Somsri Raksamran, su hermana Rachadaporn y Eleazar Ángeles crearon este lugar, resultado de su pasión por la comida. Él, sommelier, entusiasta de los vinos espumosos y la coctelería; ellas, aunque originarias de Tailandia, conocedoras de la comida china y con habilidades inherentes para la cocina.
Somsaa nació como el tercer hermano de dos proyectos que crearon precedentes de la cocina asiática en la Ciudad de México. Galanga Thai House, el primero, abierto hace nueve años, llegó a redefinir nuestra concepción de la cocina tailandesa. Debido a su éxito rotundo, surgió Kiin Thai-Viet, cuya inspiración viene de los caldos y potajes de la cocina vietnamita.
Somsaa llegó a redondear la experiencia con un concepto que dio rienda suelta a la creatividad de sus creadores quienes, inspirados por sus viajes, abrieron un tercer restaurante que enaltece el maridaje.
“Cuando viajamos a Asia nos encanta ir a los hoteles que tienen espacios dedicados al té, postres y los canapés. Somsri es de Phuket, una ciudad tailandesa donde abunda la comida china. Conceptualmente Somsaa tiene ideas tanto de ellas, como mías: la comida china que tanto les gusta, pero que no encontramos en México y, en mi caso, una carta de vinos espumosos y la pureza del té”, cuenta Eleazar Ángeles, uno de los socios fundadores.
Actualmente, Somsaa es el único lugar en Ciudad de México donde puedes descubrir una carta con 30 estilos de té provenientes de países como Taiwán, Tailandia, Corea, China y Japón.
Punto de partida
Su formación de sommelier impulsó a Eleazar a descubrir nuevos aromas y sabores, entre ellos, los relacionados con el mundo del té.
“Somsaa nació con un concepto más orientado al té, que al vino. Yo sabía distinguir la diferencia entre el blanco, negro o verde, pero no entre sus aromas y sabores de acuerdo con su procedencia y la forma del producto. Me puse a investigar y fue cuando me introduje en el ámbito”.
Entre algunos obstáculos, cuenta Eleazar, estuvo la importación de té de todo el mundo. De hecho, perdieron su primer cargamento proveniente de China, por restricciones en la aduana.
Finalmente, y luego de una serie de eventos fortuitos, Eleazar logró contactar a un proveedor mexicano, residente en Canadá. Es así como, cada mes, recibe una extensa variedad de tés orgánicos provenientes de las montañas y árboles más recónditos del mundo.
La cerámica y teteras también provienen de Asia, con el fin de trasladar al comensal a las auténticas casas de té.
“El té no está tan arraigado en México. El público que lo consume, lo visualiza como algo espiritual y desde la relajación. Lo que tratamos de hacer es que la gente lo vea como algo cotidiano”, añade.
Bajo esta premisa, los comensales pueden disfrutar de la Camelia Sinensis en todas sus versiones: soda, cocteles con y sin alcohol, como maridaje, en recetas de platos fuertes, y en té espumoso.
“En el menú degustación intentamos que existan opciones con té, y no sólo con vinos. Tenemos un té espumoso para las personas que no toman vino”.
En la coctelería
La carta también cuenta con una sección de coctelería a base de esta planta. Entre sus propuestas, destaca un carajillo que sustituye el café con té; además, una margarita y mimosa con té negro; negroni con té pu’erh, y un Martini cuya base parte del té verde.
Los sabores son infinitos, en el maravilloso mundo del té “cuenta desde la planta, la tierra dónde está plantada, el clima en esa área y cómo dejan crecer el árbol”.