El sabor de las ciudades, ¿percibes sus olores y el color de cada rincón que visitas?

Al caminar por una ciudad, cuando recorremos sus calles y espacios, así como cuando nos hacemos parte de su dinámica en exteriores, ponemos a trabajar de manera involuntaria todos nuestros sentidos; nuestra mente funciona como una sofisticada batidora automática, que trabaja para lograr una mezcla homogénea de elementos, de forma que percibamos el espacio de forma integral y sea de fácil interacción.

A cada paso que damos percibimos sus colores y sentimos sus texturas, escuchamos los sonidos de la gente interactuando, nos hacemos conscientes de los elementos de la naturaleza y sentimos los variados olores de cada uno de sus rincones. En estos detalles, las personas pueden encontrar “El sabor de una ciudad” y dicho sabor será totalmente diferente para cada individuo, llevando a cabo una traducción del paladar manejado por la percepción y resguardado por la memoria.

ESTUDIOS SENSORIALES Y NEUROLÓGICOS
La Sinestesia habla de la capacidad de atribuirle características adicionales a los elementos por medio de los sentidos: como agregarle color a un sonido, sabor a una imagen, olor a un color, etc., todo esto de forma natural e involuntaria. Pero numerosos estudios sensoriales y neurológicos han demostrado que si bien mucha gente experimenta la sinestesia en un menor o mayor grado, pocos saben siquiera que esto existe y por ende desechan lo que traduce su paladar por medio del cerebro.

A lo largo de todo México tenemos estados y ciudades que aún sin sinestesia podemos traducir en sabores tan solo con prestar atención en el olfato y permitir que la memoria de nuestras papilas gustativas trabaje. En lo personal, al recorrer las calles de Oaxaca el aire me sabe a una mezcla de chiles y ahumados que pican en la garganta; Yucatán con su aroma a tierra mojada es 100% cítricos y especias; Puebla sabe mucho a piloncillo, es dulce al paladar pero con una ligera esencia de anís; y Baja california me genera inmediatamente salivación, por ese toque salado y ácido como el que experimentamos con el escarchado de una margarita o el sabor a mar que tiene la salicornia.

PRESTA ATENCIÓN A TUS SENTIDOS
Podríamos hacer pruebas “a ojos cerrados” para recorrer todo nuestro país y reconocer platillos tradicionales, así como describir los lugares a los que pertenecen aún sin haberlos visitado recientemente, tan solo con prestar atención a los sentidos. De la misma forma podríamos crear esencias comerciales basadas en los aromas de sus calles y mercados, porque nuestro cerebro sabe mucho más de sensaciones que nuestros registros conscientes.

Esta es la forma en la que se llevan a cabo grandes creaciones culinarias a lo largo del mundo, de esta forma es como un chef o cocinero profesional traduce en “cocina fusión” la tradición y sabor de un lugar con los ingredientes de otro a miles de kilómetros de distancia sin perder la esencia del mismo. La próxima vez que te encuentres recorriendo un espacio o una ciudad, trata de reconocer en tu paladar el sabor que tiene para ti y resguárdalo en la boca, seguramente en algún platillo podrás reconocerlo.

¿SABÍAS QUE…?
La Sinestesia habla de la capacidad de atribuirle características adicionales a los elementos por medio de los sentidos.

REALIDAD
Nuestra mente funciona como una sofisticada batidora automática.

EXPERIENCIAS
A cada paso que damos percibimos sus colores y sentimos sus texturas.

MEMORIAS QUE HIPNOTIZAN

• Al recorrer las calles de Oaxaca el aire me sabe a una mezcla de chiles y ahumados que pican en la garganta.
• Yucatán con su aroma a tierra mojada es 100% cítricos y especia.
• Puebla sabe mucho a piloncillo, es dulce al paladar pero con una ligera esencia de anís.
• Baja california me genera inmediatamente salivación, por ese toque salado y ácido.Baja california genera inmediatamente salivación, por ese toque salado y ácido.

ENSEÑANZA
Nuestro cerebro sabe mucho más de sensaciones que nuestros registros conscientes.

CONSEJO
La próxima vez que te encuentres recorriendo un espacio o una ciudad, trata de reconocer en tu paladar el sabor que tiene para ti y resguárdalo en la boca.