Vinos
Y en plena pandemia, ¿qué pasó con las vendimias? Aquí te contamos
¿La vendimia 2020?: compleja. Hay quien cree que en México no hay grandes diferencias de una cosecha a otra, pero no es asíUna ráfaga de aire fresco sacudió las cortinas de la sala. Traía los olores vegetales que deja la lluvia tras su paso; después de tantos días de encierro estiró el espacio y lo tiñó de sol. Me pregunté cómo olería el viñedo hoy, en medio de la vendimia, y luego dejé de hacerme preguntas y tomé el teléfono.
En situaciones normales, que no es el caso, sigo las alternativas de la cosecha y hasta puede ser que me desplace al sitio donde tiene lugar, lo cual me permite saber por anticipado cómo serán los vinos del año. Aquí, en el hemisferio norte y dependiendo de las coordenadas de cada país, suceden entre agosto y noviembre. Pero la “nueva normalidad” todavía no es la normalidad y no te subes al primer avión que sale para Tijuana.
Le marqué a mi amigo José Luis Durand, enólogo de Ícaro. Había hablado con él hace un par de meses. Las abundantes lluvias de otoño e invierno en el Valle de Guadalupe inducían a cataratas de optimismo. En aquella región son festejadas como un regalo. Pero ahora la euforia se había disipado.
—¿La vendimia 2020?: compleja —respondió—. Las noches calientes le dieron un empujón a las madureces y nos pusieron en un dilema. Hay quien cree que en México no hay grandes diferencias de una cosecha a otra, pero no es así.
El teléfono lanzó nuevamente su convocatoria espacial. Mi amiga, la enóloga Lulú Martínez Ojeda, estaba —algo no tan frecuente— puesta para la plática.
Regresó a México después de recibirse en la Universidad de Burdeos. En Francia trabajó en Château Brane Cantenac, y regresó a Ensenada, —donde nació— de la mano del propietario de esa bodega, Henri Lurton. Ahora es la enóloga de la vinícola Bruma.
—Estamos con un calor de la fregada —irrumpió—, cosechando las tintas de noche. Su descripción desmenuzó la complejidad a la que aludía Durand: el “empujón” de calor erosiona la parte ácida de la uva, pero, puede detener el desarrollo de los azúcares.
—La planta se protege del calor excesivo, cierra los estomas y deja de madurar — dice Lulú.
Su vendimia hoy preserva la acidez, básica para la frescura del vino, pero pierde grado alcohólico, vale decir cuerpo.
Si se espera para vendimiar, tendrá más alcohol y perderá acidez. El vino resultará pesado. —Este es —dice satisfecha de cerrar el comentario con una buena definición— un año de enólogo.
Ya sé lo que harán ambos, José y Lulú: una cosecha temprana. No les gusta recurrir a la corrección (agregado de ácido, generalmente tartárico) y por tanto sacrificarán grado alcohólico en aras de preservar la acidez de la uva. —Posiblemente los tintos estarán entre 12 y 13 grados —aventura Lulú.
Quienes resuelvan la ecuación de la misma forma, definirán el perfil de los tintos 2020 de Guadalupe como frescos, aromáticos, de cuerpo medio. Yo me apunto a esos. De los blancos, hablaré otro día.
El libro imperdible
Guía Catadores del vino mexicano 2020/21. En él, Rodolfo Gerschman aborda la actualidad del vino de México.
Es una lectura obligada para todo aficionado y profesional.
¡No te pierdas nuestro programa Punto Saludable!