Día del Padre

Día del Padre: Los beneficios de cocinar con papá

Cada vez son más los papás que se sienten cómodos en la cocina, en ocasiones especiales, ante la parrilla, con la sartén y hasta leyendo las instrucciones del uso y potencial del horno
viernes, 19 de junio de 2020 · 04:30

Celebrar el Día del Padre, supone siempre una fiesta donde confluyen recuerdos, afloran nostalgias y surgen sonrisas espontáneas, producto de esa memoria que hace presente al pasado y procura deseos de encuentro de futuro.  Es como ese punto que une lo que fue, con lo que será, pero con la conciencia del presente. 

La figura del papá es insustituible, quizás como lo es la de la mamá, pero juegan papeles diferentes, muchas veces influenciados por estereotipos y diferentes roles impuestos por la realidad cultural del momento. En unos días, celebraremos el Día del Padre, el día de esa figura que tanto amor y respeto insufla y que tantos recuerdos nos trae, sobre todo, en el momento de celebrarlo con él (lo tengamos o no a nuestro lado, o aunque ya no esté presente en esta vida), y que hoy se ancla como referente familiar. 


Reflexionando y observando esos momentos entrañables que, solemos atraer a nuestra mirada en momentos de fiesta, podría resultar difícil pensar en esa imagen de papá en la cocina preparándonos nuestro plato preferido, ese con el que salivamos en momentos especiales donde surge la nostalgia del recuerdo, esos recuerdos donde papá comparte en la mesa de un plato ya preparado por mamá, pero del que disfrutamos toda la familia unida

Y es cierto, ese espacio, la cocina, en el ámbito doméstico, durante siglos fue un lugar extraño para el padre de familia, y representó hasta hace poco un lugar vedado para el hombre que buscaba la satisfacción en forma de aroma y platillo casero de la mano de su mujer. 

Roles compartidos

¿Alguien de ustedes se imagina a papá preocupándose por el pastel que está a punto de cocerse en el horno?, Sinceramente, pocos habrán vivido esta experiencia. 

En 1963, Betty Friedan publicó el libro La mística femenina, en el que enseñó a millones de mujeres a considerar el trabajo doméstico, incluida la cocina, como un trabajo pesado y de hecho como una forma de opresión.  Criticaba la foto teórica de un papá y una mamá como figuras antagónicas, que disfrutaban de lugares diferentes en el hogar, y donde la cocina quedaba como lugar vedado para la figura masculina. Comenzaba una guerra, al menos una reflexión, que anticipaba cambios, cambios cuyos frutos ya se observan hoy en día. 

Cada vez son más los papás que se interesan por la cocina.

Coetáneamente a la publicación de este libro, salía al aire, The Frech Chef, el programa de esa mujer prominente y voz de pito, Julia Child que vino a revolucionar no sólo el mundo de la cocina de los hogares de muchos americanos, sino a reflexionar sobre la importancia de un buen plato de comida hecho en casa, pero elaborado con mucho detalle y técnica. Y sobre algo mucho más profundo, a invitar a ese espacio generador de satisfacción, placer y unión que la cocina representa a toda la familia, papá, mamá, hijos e hijas (que ya disfrutaban juntos de su programa de cocina ante el televisor), rompiendo muros infranqueables hasta el momento. 

La idea de Child, muy alejada de la de Friedan, vino a decir que la cocina más que un espacio de opresión (lejos de oprimir) era la morada del espíritu de la satisfacción y merecía la atención, “de una mujer inteligente”, y la de un hombre ( esto último, lo añado yo). 
Lo que no consiguió la salida masiva de la mujer al mercado de trabajo (que el hombre asumiera obligaciones del hogar), lo consiguió Julia con su programa, además de resultar un decisivo impulso a la cocina casera francamente amenazada por tantos productos precocinados y enlatados, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, con una industria de la alimentación que había hecho grandes avances poniendo en el mercado productos listos para calentar y comer. 

Abría la puerta a ese cambio, que hizo que muchos papás 
comenzaran a sentirse cómodos. 

Durante años las labores de la cocina fueron sólo de mamá.

Sazón inolvidable 

Comenzaron a generarse deliciosos recuerdos en el interior de muchos niños y niñas, que hoy adultos celebran ese platillo que su papá hacía tan rico. 

Bastan ejemplos, pero uno ilustrativo, es el de una amiga que confesaba el otro día la rica shakshuka (plato tradicional del medio oriente basado en una fritura de vegetales con jitomate y coronado con huevos) que le generaba ricos recuerdos de ese papá que ya no está, pero que vive en ella y en su biblioteca de sabores. 

Para contribuir en la apertura de las cocinas a los papás, la prolífica escritora feminista, Simone de Beauvoir, viene a decir en su libro The Second Sex, que aunque cocinar puede ser opresivo, también puede ser una forma de “revelación y creación”, donde tanto el hombre como la mujer pueden encontrar una satisfacción especial, elaborando un pastel o un hojaldre. 

Feminisme c´est bon, ¡pero sin poner en peligro ese platillo delicioso!, por lo que cabe reflexionar que ni mujeres fuera de la cocina ni hombres sin acceso a ella; bienvenido papá, pues, a este espacio donde la imaginación, el amor, y un buen tratamiento de los ingredientes, generan satisfacción y felicidad para toda la familia.

En su mayoría prefieren usar el asador, pero, poco a poco, experimentan más.

Beneficios de cocinar

Es un punto de encuentro y unión familiar.

Se fomentan los lazos de confianza y comunicación.

Los niños aprenden a ser responsables y cuidadosos.