Experiencia sensorial: Chef Roberto Alcocer armoniza sabores para ofrecer una cena única

El chef Roberto Alcocer comenzó su historia profesional gastronómica en fogones europeos, más específicamente en el restaurante Le Patio, Burdeos Francia, galardonado con una estrella Michelin.

Desde sus inicios, se vio rodeado de la exigencia y el detalle minucioso de las estrellas Michelin que lo acompañaron durante los años siguientes en diferentes restaurantes premiados, dando como resultado un chef disciplinado con bases firmes y conocimiento profundo en la materia prima.

Esto, sin duda, lo ayudó a que en 2014 abriera sus puertas Malva, un restaurante que enaltece la gastronomía oriunda de Baja California y cuyo principal objetivo es darle todo el peso al producto desarrollado y obtenido de la misma región a productores; posteriormente, en 2023 se hizo acreedor a una estrella Michelin en el restaurante Valle, Oceanside en San Diego, California.

Durante esa época, una nueva pasión se desarrolla en la mente del chef: la creación de su propio vino. Y es así como nace Bodegas ERA.

De la mano de Verónica Santiago, enóloga, y con mucho trabajo detrás, “Paso Uno” ve la luz. Utilizando uva Malbec casi en su totalidad, Paso Uno es un vino que añada tras añada, entrega al consumidor final una gama de sabores que tienen características particulares de vida de la uva en ese año.

Y es justamente bajo ese precepto que el reconocido enólogo Andrés Amor fusionó su conocimiento y dedicación a los vinos con el talento y sensibilidad culinaria del chef ganador de estrella Michelin Roberto Alcocer para crear una cena maridaje donde, irónicamente, el protagonista no era el menú como tal, sino Paso Uno en cuatro diferentes añadas y la magia de la situación radica en probar cada uno de los platillos con los diferentes años.

El menú fue de cuatro tiempos, Carpaccio de betabel rostizado, Magret de pato con salsa de cereza, Conejo con recado negro y Tarta vasca de queso azul. Todos acompañados por Paso Uno. (2014, 2015, 2016, 2017)

Al final, el resultado fue una cena donde cada bocado tenía diferentes sabores de acuerdo al vino elegido, si era más dulce, la salsa de cerezas aumentaba su delicada acidez, en el caso del seco, el recado negro de chile poblano hacía mucho más notorios los tonos dulces y ahumados del mismo chile, y en el ácido, el aroma del queso azul era más prominente.

No cabe duda que cuando el conocimiento es circular, se logran empatar y resaltar los sabores deseados tanto en una preparación como en una buena copa de vino.