Vino en lata

La travesía de Rosadito, el vino en lata que revoluciona la escena vinícola mexicana

Conoce la historia de dos apasionados del vino, Antonio Balassone y Noah Tovares

La travesía de Rosadito, el vino en lata que revoluciona la escena vinícola mexicana
Vino en lata Rosadito Foto: Especial

Noviembre del 2021 marcó el inicio de una travesía que buscaba, quizá sin saberlo a conciencia, redefinir la manera en que los mexicanos interactúan con el vino. Dos apasionados del vino, Antonio Balassone y Noah Tovares, lanzaron Rosadito, un proyecto que nos invita a explorar una propuesta fresca y contemporánea a través de la innovación y audacia en el mundo vitivinícola.  

Rosadito es un vino rosado en lata que, desde su concepción hasta su diseño y ejecución, rompe paradigmas en un país en el que no se consume tanto vino y si se hace, se hace de la forma más tradicional en botella y mayoritariamente tinto. 

DESAFIANDO LA TRADICIÓN
Rosadito surgió de una necesidad que Antonio y Noah percibieron: “la complicación inherente en el ritual de abrir una botella entera solo para disfrutar de una copa de vino”, asegura Antonio. La solución que encontraron estaba en un formato mucho más amigable y accesible: la lata. Pero el camino para materializar esta idea no fue fácil. Las bodegas en México se mostraron reacias inicialmente, desconociendo la viabilidad del vino en lata, un formato que ya estaba ganando popularidad en lugares como California, EU. 

El rechazo inicial no disuadió a este par de emprendedores, que se mantuvieron firmes en su visión y continuaron empujando las fronteras hasta que finalmente Rosadito se materializó. La primera edición, bautizada como UNO, se lanzó en una taquería de la Roma Norte, una zona multicultural de la Ciudad de México. La respuesta fue abrumadora: “en ese evento vendimos 350 latas en una sola tarde; nuesta producción total eran unas 2 mil latas. Fue impactante para nosotros”, recuerda Noah. 

Noah Tovares y Antonio Balassone. Foto: Leslie Pérez

UNA PROPUESTA AUTÉNTICA Y ATEMPORAL
En un país donde el vino rosado a menudo se asocia con lo dulce y, por ende, enfrenta cierto estigma, Rosadito emerge como una propuesta fresca, ligera y seca. Su perfil aromático y frutal se asemeja a los rosados del sur de Francia, logrando una bebida versátil que marida a la perfección con una gama amplia de platillos, desde tacos y tortas, muy mexicanas, hasta sushi y quesos. Este vino no solo es una deliciosa opción para cualquiera que quiera disfruta de un buen vino, sino un puente que invita, especialmente a los más jóvenes, a explorar el mundo del vino sin intimidaciones. 

“La enlatada no es un mero capricho; tiene un fundamento bien arraigado en la practicidad y sostenibilidad”, aseguran. La lata cuenta con un barniz interno que evita el contacto del vino con el metal, protege la bebida de la luz directa, manteniendo su frescura y color. Además, contrarresta los desafíos ambientales asociados con el vidrio y el corcho, comunes en la presentación tradicional de vinos”. 

RECONFIGURANDO EL FUTURO VINÍCOLA
La odisea de Antonio y Noah es un testimonio palpable de cómo la pasión combinada con una ejecución cuidadosa puede materializar innovaciones que, aunque enfrentan resistencias iniciales, tienen el potencial de reconfigurar el panorama de toda una industria. 

En un país donde el tinto ha reinado históricamente, Rosadito hace una invitación: perder el miedo a explorar y disfrutar del vino de una manera nueva y nada complicada. El éxito inicial de este proyecto es un augurio prometedor, no sólo para Antonio y Noah, sino para todos aquellos que ven en la tradición no una barrera, sino un lienzo en blanco listo para ser reinterpretado. 

Rosadito no es solo un vino, es todo un movimiento que desafía normas y abre puertas a un futuro donde el vino se disfrute sin pretensiones, ya sea en un picnic o en una taquería, y donde la lata, más que un recipiente, es un símbolo de inclusión en una cultura vinícola que evoluciona y florece sin perder su esencia. 

 

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