Día de la Kombucha: ¿Cuál es el origen de esta bebida nutritiva y por qué es tan famosa?

El té de kombucha o sólo kombucha es una bebida fermentada, que ha ganado popularidad en los últimos años. Se trata de té endulzado y fermentado. Su aspecto es gelatinoso y se compone por varios microorganismos, como: bacterias del tipo Medusomyces gisevi y Bacterium xylinum, Gluconobacter oxidans y levaduras, como Saccharomyces ludwigii, S. cerevisiae, Schizosaccharomyces pombe, Pichia fermentans y Zygosaccharomyces bailii.

Aunque no se lee muy apetecible, que digamos, la bebida se ha vuelto tendencia y desde apenas el 2021, se acordó que el 21 de febrero se celebraría el Día Mundial de la Kombucha. Aunque el origen de esta bebida es algo incierto, en 2015 se empezó a volver un poco más mediática, gracias a Mun Ferments, una empresa que la empezó a elaborar masivamente y a distribuirla en muchos comercios.

Sin embargo algunos miles de años antes, esta bebida ya se conocía en Japón, China, Rusia y algunos países de Europa, por lo que tal como lo pensabas: No es nada nuevo, es sólo una tendencia que se ha extendido hasta nuestros días, debido a que la bebida tiene un montón de propiedades y beneficios, según dicen por ahí.

¿Cómo surgió el té de kombucha?

Algunos autores aseguran que el hongo podría ser chino, pues hay escritos en China, que mencionan el hongo de té de los tiempos de dinastía Han, hacia el año 206 a. C, mientras otros creen que es un invento de un médico coreano por allá del año 400. Su nombre era Kombu y era tan famoso, que en el año 415 el emperador japonés Inkio, mortalmente enfermo, lo llamó buscando su ayuda. 

El médico llegó a Japón con el "té de Kombu" y como le logró salvar la vida al emperador, la bebida se quedó con su nombre. Por su parte, los chinos apreciaban mucho al hongo por su propiedad de equilibrar el chi, la energía vital, y mejorar la digestión. Como a todas las cosas similares, se guardaban en secreto, porque se creía era el secreto de la longevidad. 

Sin embargo, lo que no sabían los sabios chinos era que todo el que preparase la bebida, sólo debía dejarla en reposo por varias semanas para que en su superficie creciera el nuevo hongo; alguien se dio en cuenta de ello y ahora el té se extendió por otros países, gracias a los manchúes, que después llegó a Rusia, Japón, Corea, India y luego al resto del mundo.