Además de ser delicioso, el tejuino tiene un origen muy bello. Empezando por su nombre, el cual proviene del náhuatl y quiere decir “latir el corazón”, esta bebida fue una receta que idearon las comunidades yaquis y pimas de Sonora pero que posteriormente fue compartida con otras del país.

Considerada para dioses por los huicholes, una población que habita en estados como Nayarit y Jalisco, para ellos, representaba la comunión entre las personas del presente con aquellos que estuvieron antes y que ahora forman parte del paisaje y de las fuerzas que dan vida y forma en el mundo. Bajo los efectos de esta bebida, los rarámuris y otras comunidades indígenas han vivido acontecimientos importantes en los ámbitos religiosos, deportivos y políticos.

De una preparación ancestral a una receta casera

Tradicionalmente se prepara al poner a germinar los granos de maíz bajo una capa de arena humedecida, o bien, trapos húmedos para que así puedan surgir sus primeros brotes los cuales deben lavarse y molerse en un metate. Posteriormente, se pone a hervir durante algunas horas en agua para que al terminar se ponga a reposar hasta que la bebida fermente.

Claramente esta preparación está cargada de connotaciones sagradas e históricas, pero si tú también quieres disfrutar de una receta tal vez un poco menos elaborada pero que tenga un sabor bastante aproximado a la original, Gastrolab trae para ti esta receta.

¡Prepara tejuino!

Ingredientes: 

200 g de masa

150 g de piloncillo

1 litro de agua

250 g de limón

Sal al gusto

Hielo picado

Preparación:

1. Hierve el piloncillo en el agua hasta que se disuelva por completo.

2. Licúa la masa en dos tazas de agua.

3. Mezcla la masa licuada al agua con el piloncillo y mueve a fuego lento hasta que la mezcla espese.

4. Deja reposar durante 4 horas la bebida.

5. Mezcla el tejuino con el jugo de limón.

6. Sirve acompañada de hielos y sal al gusto.